Una constatació banal.


Una constatación banal: nunca antes había sido tan sencillo comunicarnos y, por lo tanto, nunca antes esa comunicación había valido menos. Paul Virilio afirmó hace años que toda tecnología trae consigo su propio accidente. Si esto es cierto, el de internet es el frenesí de la expresión individual. ¿Quién quiere ver fotos de tu mascota, conocer tu opinión sobre la crisis ucraniana, saber qué piensas acerca de la moral y el arte en el caso Woody Allen, ver el plato que estás a punto de comer? Nadie, por supuesto, pero la producción de lo que sólo puede ser llamado basura sigue (se sabe) una lógica peculiar, que es la de la acumulación. Un ejemplo de esto es el de Mark Slutsky, quien creó un tiempo atrás un blog destinado a recuperar las mejores historias de los usuarios de YouTube: fascinantes, magníficas piezas narrativas de amor, nostalgia, dolor o muerte que demuestran (y esto lo probó hace algún tiempo el poeta Ben Clark) que hay mucha belleza en la basura. Esa belleza (como siempre) aparece en sitios inesperados. Desde hace una semana sigo con fascinación y asco los comentarios al vídeo de Britney Spears "Baby One More Time", que en breve alcanzará los cien millones de reproducciones; los comentarios ("sólo" cuarenta y cinco mil) abundan en observaciones sociológicas, recuerdos infantiles, declaraciones de amor, apuntes sobre el comportamiento pasivo-agresivo de la narradora de la historia, reivindicaciones feministas, ataques a la cantante por su obesidad y por su supuesta falta de carácter maternal, varios comentarios acerca de un abuelo muerto al que esta canción le habría gustado mucho en vida (Dios sabe por qué), apuntes sobre la coreografía, etcétera. Ninguno de esos comentarios vale mucho de forma aislada, pero en conjunto componen una especie de novela coral, como si el montículo de basura fuese el símbolo más apropiado y el mejor monumento de nuestra época.

Patricio Pron,  Basura. Nosotros caminamos en sueños, El País Semanal, marzo de 2014

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