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194: Ulrich Bech: Bajo el signo del miedo

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Contra las amenazas de la naturaleza exterior hemos aprendido a construir cabañas y a acumular conocimientos. Por el contrario, estamos entregados casi sin protección a las amenazas industriales de la segunda naturaleza incluida en el sistema industrial. Los peligros se convierten en polizones del consumo normal. Viajan con el viento y con el agua, están presentes en todo y atraviesan con lo más necesario para la vida (el aire, el alimento, la ropa, los muebles) todas las zonas protegidas de la modernidad, que están controladas tan estrictamente. Donde tras el accidente están excluidas la defensa y la prevención, sólo queda como actividad (aparentemente) única: negar, una tranquilización que da miedo y que desarrolla su agresividad a medida que los afectados quedan condenados a la pasividad. Este resto de actividad a la vista del resto de riesgo existente realmente tiene en la inimaginabilidad e imperceptibilidad del peligro sus cómplices más poderosos.(13) El reverso d

193: Ulrich Beck: Societat del risc

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Por sociedad del riesgo mundial entendemos una época en la que los aspectos sombríos del progreso determinan cada vez más las confrontaciones sociales. Se convierte en motor de la política aquello que al principio no era evidente para nadie y se negaba: que nos estábamos poniendo en peligro a nosotros mismos. Los peligros nucleares, el cambio climático, la crisis financiera, los ataques del 11 de septiembre, etcétera, siguen en buena medida el guión de la "sociedad del riesgo". A diferencia de anteriores riesgos industriales, este tipo de riesgos (1) no está delimitado local, temporal, ni socialmente; (2) no es imputable conforme a las actuales normas de causalidad, culpa y responsabilidad; y (3) no es compensable ni asegurable. Cuando las compañías de seguros niegan su cobertura -como ocurre con la energía nuclear y los nuevos desarrollos de la ingeniería genética- se traspasa la frontera entre los riesgos calculables y los peligros incalculables. Estos potenc

192: Slavoj Žižek, Acontecimiento

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Un «acontecimiento» puede hacer referencia a un desastre natural devastador o al escándalo más reciente provocado por una celebridad, al triunfo del pueblo o a un cambio político despiadado, a la intensa experiencia de una obra de arte o a una decisión íntima. Teniendo en cuenta todas estas variaciones, no hay otro modo de introducir orden en el enigma de la definición que corriendo un riesgo, subiéndonos al tren y empezando nuestro viaje con una definición aproximada de acontecimiento. (...)  Hay, por definición, algo «milagroso» en un acontecimiento, desde los milagros de nuestra vida cotidiana a aquéllos de los círculos más sublimes, incluyendo los de lo divino. La naturaleza acontecimental del cristianismo surge del hecho de que ser cristiano requiere creer en un acontecimiento singular: la muerte y resurrección de Cristo. (…) En un primer enfoque, un acontecimiento es por consiguiente el efecto que parece exceder sus causas —y el espacio de un acontecimiento es

Aforismos en tiempos de pandemia 3.

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El rumor me lo creo si es de jabulo. 100 irreflexiones al día son suficientes para mantenerte en forma. Qué suerte, a los pamplonicas se les suspende el encierro. Si vas a esa escuela sales siano. La necedad ¿es virtud? Un kilómetro de ida, un kilómetro de vuelta. Esto se me hace eterno. Si este estado se eterniza, los que estamos por el derecho al roce lo tenemos chungo. ¿Día del libro? Yo libro cada día. A bulito dime tú, qué mierda quieres que me crea hoy ... El Resistiré no es Decamerón. En determinados momentos tener a mano un par de zapatos consuela. En estos últimos días se ha registrado un aumento de las apariciones marianas: Rajoy se ha saltado de nuevo el confinamiento. ¿Los que somos de Mufase nos podemos saltar las fases? La bardemia (quiero una caña) pide paso a la pandemia. Y si cambio el McAfee por la mascarilla colgada encima de la pantalla del ordenador. Manel Villar

191: Paul Virilio, El accidente de los accidentes

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El accidente es un milagro al revés, un milagro laico, un revelador. Inventar el barco es inventar el naufragio; inventar el avión es inventar el accidente aéreo; inventar la electricidad es inventar la electrocución … Cada tecnología lleva consigo su propia negatividad que aparece al mismo tiempo que el progreso técnico. … hoy en día, las nuevas tecnologías como Internet han surgido de la revolución de las transmisiones. Provocan los accidentes inmateriales, infinitamente meno apreciables, a excepción del desempleo, que es una consecuencia de la automatización. Por tanto, se impone un trabajo sobre el accidente. El trabajo sobre la ciencia no puede desarrollarse más que por el trabajo sobre la negatividad. Pero la dimensión del accidente ha cambiado, y nos encontramos ante un accidente inaudito. Todos los objetos técnicos, sean cuales sean, inauguran accidentes específicos, locales y ubicados en el tiempo y en el espacio. El Titanic se hundía en un sitio, el tren descarril

189: Pablo Malo, Biaix de confirmació

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El sesgo de confirmación es la tendencia a buscar información que apoya nuestras creencias y desechar la que no las apoya. Si es perjudicial, porque impide la formación de creencias correctas, ¿por qué existe? ¿Puede cumplir una función adaptativa? En este artículo, el autor presenta tres propuestas que dicen que el sesgo de confirmación es adaptativo y aporta una cuarta:  1-El sesgo de confirmación evolucionó para servir al fin de convencer a los demás (Mercier y Sperber) 2-El sesgo de confirmación es malo para los individuos pero es bueno para los grupos, favorece la cohesión y unidad de acción grupal. 3-Favorece la alineación de intenciones entre individuos y por tanto la cooperación. 4- El sesgo de confirmación favorecería que nos comportemos de manera que cambiémos la realidad de forma que se corresponda con nuestras creencias (se aplica sobre todo a creencias sobre el mundo social. Sería una especie de profecía auto-cumplida. Por ejemplo: Fulano cree (erróneame

188: Daniel Innerarity, Límits del coneixement

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La actuación en problemas complejos lleva siempre consigo un conocimiento escaso y una información incompleta. Deberíamos hacer compatible la exigencia de responsabilidades con el reconocimiento de que actuamos siempre con un saber insuficiente. SI acusamos a los políticos de no actuar correctamente cuando tenían la información necesaria, por mucha retórica de modestia que utilicemos, estamos adoptando una posición de arrogancia implícita: acusamos sobre el supuesto de que sabemos que ellos sabían y no querían. Tras esta crisis: saber lo que vas a aprender es un imposible; si ya lo sabes, no lo vas a aprender y si lo vas aprender es que ahora no lo sabes. Quienes menos van a aprender es quienes dan lecciones. Querer tener razón siempre es incompatible con aprender. En torno a una pandemia, como en toda crisis, enseguida de forma un coro de los que sabían cuando nadie sabía y saben ahora cuando todavía no sabemos. Hay un coro formado por los que sabían cuando nadie sabí

187: Fernando Broncano, Perplejidades

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Un amasijo de ARN y proteínas ha hecho por él lo que al mercado le costaba conseguir: confinar a la gente en una existencia social en la que la sociedad parece haber desaparecido para que solamente malvivan individuos solitarios y familias solitarias. ¿Qué ha ocurrido? ¿cómo ha sido posible esta conmoción? Aunque ha habido otras epidemias de virus en la historia contemporánea, como la “gripe española” de 1918 y la epidemia del parecido virus SARS de 2003, lo excepcional de esta pandemia es que ha afectado a la misma fábrica del sistema socioeconómico contemporáneo que llamamos “globalización”.  La trama de dependencias entre lo informacional, lo económico, lo social y lo político se han entretejido para generar efectos amplificados. Se puede aplicar sin reservas la metáfora de la mariposa y el huracán al virus Covid-19. A medida que se ha creado una corteza tecnoeconómica planetaria de una densidad inusitada de relaciones de todo tipo (comerciales, financieras, militares, in

186: Javier de Lucas, Sobre política, ciencia y certeza

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La ciencia no es el demiurgo que nos gustaría creer. Por supuesto que es suicida adoptar decisiones políticas contra lo que nos indica la ciencia, pero es que la ciencia, la comunidad científica, avanza también en este terreno sobre el sistema de prueba y error, en una discusión abierta y en permanente corrección, que está muy lejos de esa versión popular de la ciencia como sistema de dogmas irrefutables y asentados de una vez para siempre. Entre otras razones, porque quienes investigan y quienes deciden en la pandemia de la covid-19 no se mueven con datos indiscutibles y completos … Me parece que Jürgen Habermas, en una reciente entrevista de Nicolas Truong en  Le Monde,  nos ofrece la clave. Lo hace al señalar algo que los estudiosos de lo que se conviene en denominar ámbito de la  razón práctica  tienen muy en cuenta: la defectibilidad constitutiva de ese uso de la razón (si se quiere, del conocimiento). Permitan que traduzca la cita: “La pandemia pone al alcance de la

185: David Quanmmen: “Somos más abundantes que cualquier otro animal. En algún momento habrá una corrección”

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La ciencia y la tecnología adecuada para afrontar el virus existe. Pero no había voluntad política y, por tanto, el dinero, y la coordinación entre Gobiernos locales y nacionales, y entre Gobiernos en el mundo. Tampoco hay voluntad para combatir el cambio climático. La diferencia entre esto y el cambio climático es que esto está matando más rápido. Esta pandemia es una oportunidad terrible para educar, para entender nuestra relación con el mundo natural Todos los humanos, todas nuestras decisiones: lo que comemos, la ropa que vestimos, los productos electrónicos que poseemos, los hijos que queramos tener, cuánto viajamos, cuánta energía quemamos. Todas estas decisiones suponen una presión al mundo natural. Y estas demandas al mundo natural tienden a acercar a nosotros a los virus que viven en animales salvajes. (No es una revancha de la naturaleza), s oy un materialista darwiniano. No personalizo la naturaleza. No creo en una naturaleza con N mayúscula capaz de revanch

184: Josep Maria Ruiz Simon, Foucault y sus sombras (III)

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Las obras anteriores de Foucault, como  Vigilar y castigar  (1975), en que el Estado de bienestar era pensado como una figura de la sociedad disciplinaría moderna, ya se alimentaban de esta desconfianza y habían contribuido a acrecentarla entre las nuevas izquierdas, tanto entre la más radical como entre la“Segunda izquierda”, una corriente minoritaria pero influyente del socialismo francés, liderado por Michel Rocard, que asfaltó el camino hacia lo que luego se denominó la tercera vía. Y el hecho de que, en el curso sobre  El nacimiento de la biopolítica,  donde presentaba el neoliberalismo glosando las palabras de sus partidarios como un sistema mucho menos disciplinarista que el Estado social basado en políticas keynesianas, ha contribuido a convertir en materia de controversia el papel que interpreta en su proyecto intelectual este acercamiento al neoliberalismo. Fueran los que fueran los motivos que le llevaron a interesarse por la gubernamentalidad neoliberal, convie

183: Alberto Quian, Pandemia de mentiras sobre el coronavirus; así amenaza nuestra salud y la democracia

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Aunque no estemos acostumbrados, ahora, y por extraño que parezca, no es tiempo para los políticos, sino para los sanitarios y científicos. Son ellos quienes deben gobernar la situación –aunque le pese al señor Pablo Casado–, con el apoyo de la clase política y de los periodistas.  “Los gobiernos y las figuras mediáticas deben utilizar el conocimiento de los expertos, particularmente de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y de la OMS, para entregar información precisa y sensata para no provocar el pánico entre el público. La aparición de este virus ofrece una oportunidad para que los profesionales de la salud pública luchen unidos contra esta amenaza común. Si las autoridades sanitarias manejan, educan y abordan adecuadamente las inquietudes de las personas, existe la oportunidad de reducir el nivel de desconfianza que ha surgido por los movimientos contra la ciencia en los últimos tiempos”, exhortan Mian y Khan.  En la misma línea argumentativa

182: Rafael Argullol, Renacimiento

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No es un castigo. En las últimas semanas se han elevado bastantes voces que insinúan lo contrario: la epidemia sería un castigo que recibimos por nuestro maltrato de la naturaleza. Es un camino peligroso. Podemos declararnos responsables de una ciega furia respecto al planeta, lo cual es cierto, sin caer en el precipicio de una culpabilidad que requiere un castigo. La epidemia no es un castigo. La epidemia es una enfermedad, como ya sabemos, pero lo es también en el sentido literal del término  infirmitas: hemos dejado de pisar tierra firme y nos sentimos caminando en arenas movedizas. La enfermedad individual ya provoca este sentimiento, si bien es la colectiva la que más lo acentúa porque el naufragio parece afectar a todos. En este caso el ser humano tiende a buscar una fuente del mal que excede a sus propios dominios. En las culturas tradicionales han sido los dioses quienes, quejosos con los hombres, les mandan el mal. En la época moderna, a falta de dioses, el

181: Eva García Sempere y Salvador Arijo Andrade, Nociones básicas de epidemiología para saber que no sabemos (casi) nada sobre la pandemia del COVID-19

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La epidemiología, ciencia que tiene más relación con las matemáticas que con la medicina o la biología, nació con John Snow (no el de Juego de Tronos). Este médico inglés, aficionado a los mapas, fue el primero que, utilizando un plano de Londres, correlacionó la epidemia de cólera que afectó a la ciudad en 1853 con el origen del contagio, una bomba de agua situada en el epicentro de aparición de los casos de cólera. Bastó con clausurar esa fuente pública para que la epidemia remitiese. Sin embargo las cosas no son tan sencillas y las variables que inciden sobre la propagación de una enfermedad infecciosa son tan altas que hace que las predicciones sobre la evolución de una pandemia tengan un gran componente estocástico (la estocasticidad es el grado de incertidumbre que tenemos en las predicciones debido al azar). Para entendernos, es como si tirásemos 20 veces una pelota desde la cumbre de una montaña, dejándola rodar. Es muy difícil que caiga dos veces en el mismo sit

180: Miguel Ángel Royo Bordonada, Eloy Royo Velilla y Fernando García López, La salud pública NO está por encima de todo

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En presencia de cierto grado de incertidumbre, que es el terreno natural de la ciencia, en el que han de tomarse muchas de las decisiones para contener esta nueva pandemia, y ante graves riesgos para la salud de la población, podemos tener que aplicar medidas restrictivas de las libertades individuales si existen indicios razonables de su eficacia, aunque estos no sean concluyentes, por un principio básico de precaución. Hasta aquí nada que objetar, la respuesta global ante la crisis parece sensata y proporcionada, y la aplicación de medidas extremas de confinamiento en las primeras fases de la epidemia podría justificarse por la falta de experiencia reciente en este tipo de intervenciones a escala poblacional. Pero incluso cuando se actúa con la mejor de las intenciones, en cualquier crisis de salud pública siempre existe el riesgo de aplicar medidas demasiado extremas, propias de un paternalismo que llamamos duro. Se trata de medidas que se toman por el propio bien

179: Santiago López Petit, El coronavirus com a teatre de la veritat

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Mai l’Estat, més ben dit, mai tants Estats s’han trobat en una situació a la defensiva com l’actual. Qui podria negar-ho? N’hi ha prou amb analitzar les rodes de premsa que gairebé diàriament fan els presidents dels governs. En el cas espanyol, l’aparició de militars, metges i polítics junts exemplifica la cara terapèutica i militaritzada del poder. “Som aquí per salvar-vos de vosaltres mateixos. No hi ha una altra sortida”, ens repeteixen insistentment, mentre empren les estadístiques —no oblidem que ‘estadística’ deriva de la paraula Estat— per objectivar les seves decisions. La representació no pot ser més patètica, ja que és la constatació d’un poder agònic incapaç de prevenir ni d’avançar-se. Que Boris Johnson hagi estat internat en una UCI, i que tants polítics hagin estat infectats, és una metàfora sinistra però molt real d’aquesta agonia. Un poder, repeteixo, embullat en les seves contradiccions i falsedats, que ni sap encara quants morts s’han produït, ni quan arrib