Aterrar en el món (Bruno Latour).


Antes, la angustia que nos causaba la naturaleza venía de que éramos demasiado pequeños y la naturaleza inmensa. Ahora tenemos la misma talla, influimos en cómo la tierra se comporta. 

Ahora estamos ante un proyecto para deshacer los vínculos, abandonar las construcciones. La reacción más extraordinaria de Donald Trump consiste en decir: “Nosotros no tenemos problemas de cambio climático; es algo que ocurre en vuestra casa, no en la nuestra”. Considera que el continente americano no está sujeto a los mismos problemas climáticos que Europa o China.


Esta idea de abandonar las obligaciones la comparte ahora también Brasil, y consiste en decir: “Nos vamos”. Esa es la versión Trump, pero existe otra variante high tech que dice: “Nosotros también nos vamos, pero hacia un futuro tecnófilo extremo”. Es el proyecto californiano, poshumano, Marte, la inteligencia artificial, los robots. Lo interesante es que ahora hay gente que vive en planetas diferentes.
Sí, la reacción de los que se sienten abandonados por quienes se marchan a Marte es regresar al Estado-nación tal como lo imaginan, un Estado-nación imaginado, una ficción. El ejemplo es el Brexit. A diferencia de los fascismos, no hay un retorno a una conquista territorial, sino a un Estado-nación vacío de todo sentido práctico. Así que algunos se van a Marte, otros regresan al planeta nacional, que también es abstracto, y en medio estamos los infelices que pensamos que, en un momento u otro, habrá que aterrizar: reconciliar la economía, el derecho, la identidad con el mundo real del que dependemos.

 Puede parecer extraño: ¿por qué aterrizar si ya estamos en tierra? Pero los europeos, los occidentales, hemos vivido en una tierra muy utópica. Se suponía que se desarrollaría ad infinitum, sin límites. Pero el sueño de que el planeta se modernizaría indefinidamente nunca fue verificado, no tenía fundamento material. Desde el siglo XIX, con el carbón y el petróleo, la economía se había vuelto infinita. Y hay una angustia general por este desajuste.

Si aterrizásemos en lo terrestre, podríamos empezar a definir un mundo común. Entonces ya no podríamos permitirnos decir que no hay transformación climática, que los problemas de salud no nos conciernen, que la reproducción de las abejas no es nuestro problema. Volveríamos a discutir entre civilizados.

Marc Bassets, entrevista a Bruno Latour: "El sentimiento de perder el mundo, ahora, es colectivo", El País 31/03/2020

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