142: Manuel Cruz, El problema que nos concierne I






… como repite Hannah Arendt en diversos pasajes de su obra, la acción es, por su misma naturaleza, “ilimitada” e sus consecuencias e “impredecible” en sus resultados últimos, porque el hombre “actúa dentro de un medio en donde toda reacción se convierte en una reacción en cadena” (“Labor, trabajo, acción”). Sin que apenas nada cambie porque se introduzca en el esquema la voluntad. No sólo nos vemos sobrepasados por las consecuencias de nuestros actos cuando no prestamos atención: está en la esencia misma de la acción producir efectos imprevisibles e incalculables. Con otras palabras, también suyas: “La acción humana desarrolla consecuencias hasta el infinito”. (39)

La técnica moderna ha propiciado unas acciones de una magnitud impensable hasta el momento, ha introducido objetos nuevos y ha dado lugar a consecuencias inéditas, de tal manera que bien pudiera decirse que ha sido el panorama del mundo por completo el que se ha transformado. De ahí la obsolescencia en que han venido a dar los viejos discursos de la acción. (39)

… “la naturaleza de la acción humana ha cambiado de facto. Se le ha agregado un objeto de orden totalmente nuevo, nada menos que la entera biosfera del planeta, de la que hemos de responder, ya que tenemos poder sobre ella. (…) La naturaleza, en cuento responsabilidad humana, es, sin duda un novum sobre el cual la teoría ética tiene que reflexionar” (Hans Jonas, El principio de responsabilidad) (40)

… somos responsables no sólo y no tanto de lo que hayamos hecho cuanto de lo que no que no hagamos para impedir el deterioro creciente del hábitat humano. (42)

La responsabilidad a la que debemos enfrentarnos no nace de las exigencias de ningún ideal de perfección. Por el contrario, brota del puro amor al mundo y de la pasión por el conocimiento. (43)

Manuel Cruz, Hacerse cargo, Paidós, Barcelona 1999

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