La idea d'un missioner de la veritat: l'ideal cínic (Michel Foucault)
Según los cínicos, sólo puede haber verdadera vida como
vida otra, y desde el punto de vista de esta última se mostrará la vida común y
corriente de la gente común y corriente justamente como otra, distinta de la
verdadera. Yo vivo de otra manera, y por la alteridad misma de mi vida les
muestro que lo que ustedes buscan está en otra parte y no donde lo buscan, que
el camino que toman es un camino otro en comparación con el que deberían tomar.
Y la verdadera vida tiene por función mostrar que, aunque sea otra, son los
otros quienes caen en la alteridad, en el error, cuando no deben hacerlo. La
tarea de la veridicción cínica es, por tanto, convocar a todos los hombres que
no viven la vida cínica a esta forma de existencia que será la verdadera. No la
otra, que se equivoca de camino, sino la misma, la que es fiel a la
verdad. (…)
No hay que suponer, en efecto, que el cínico se dirige a
un puñado de individuos para convencerlos de que tendrían que llevar una vida
diferente de la que viven. El cínico se dirige a todos los hombres. Por eso mismo,
es todo otro mundo el que debe surgir, el que debe estar, en todo caso, en el
horizonte, y el que debe constituir el objetivo de la práctica cínica. (…)
Sea como fuere, a través del cinismo vemos esbozarse,
creo, la matriz de lo que ha sido una forma considerable de vida a lo largo de
toda la tradición cristiana y moderna, es decir, la matriz de una vida
consagrada a la verdad, consagrada, a la vez, a la manifestación de hecho de la
verdad (ergo) y a la veridicción, al decir veraz, a la manifestación por el
discurso (logo) de la verdad. Y esa práctica de la verdad que caracteriza la
vida cínica no tiene por meta decir y mostrar simplemente lo que es el mundo en
su verdad. Su meta, y su meta final, es mostrar que el mundo sólo podrá
alcanzar su verdad, sólo podrá transfigurarse y convertirse en otro para
alcanzar lo que él es en su verdad, a costa de un cambio, una alteración
completa, el cambio y la alteración completa en la relación que uno tiene
consigo. Y en ese retorno de sí a sí, en ese cuidado de sí, se encuentra el
principio del pasaje a ese mundo otro prometido por el cinismo.
La idea de un misionero de la verdad, se presenta ante
los hombres para darles el ejemplo ascético de la verdadera vida, hacerlos
volver a sí mismos, devolverlos al camino recto y anunciarles otra catárstasis
del mundo, es la de un personaje que, por un lado, claro está, participa hasta
cierto punto de la herencia socrática, una herencia modificada, pero se darán
cuenta de que en alguna medida se acerca al modelo cristiano. (325-327)
Clase del 28 de
marzo de 1984. Primera hora.
Michel Foucault, El coraje de la verdad, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires
2010
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