La saviesa no és acumular coneixements.
Nos interesaba más la posesión que lo poseído. Nos afianza
guardar, a pesar quizá de la convicción de que jamás precisaremos de tanto. Pero
insistimos en retener más que en distribuir. No es la simple avaricia del afán
de protección, no pocas veces es simple afán, desmedido afán sin
objeto. Acumular ni prolonga la vida, ni la mejora, pero parecería
supuestamente arropar alguna indigencia. Hay muchas formas de
ser Diógenes y no pocas sin dejar de ser ordenado o limpio,
dado que la desmedida acumulación confirma que efectivamente se trata de algo
que contraviene la salud. Y de nuevo cabe buscar y preguntarse no ya por el ser
humano, sino más concretamente por lo que de ello resta en cada uno de
nosotros.
Lo inquietante es que esta acumulación, ese almacenamiento, ni siquiera se efectúa para garantizar alguna provisión, sino como una forma de depósito que en definitiva es una reducción de algo al silencio y al olvido, que es donde la aglomeración es indiferenciada. En esta apatía, la proliferación de pertenencias las somete a la herrumbre de la desconsideración. Aferrados a ellas, acabamos curiosamente siendo sus rehenes, sujetos sujetados a la acumulación.
Pensamos
entonces que tal vez lo más sensato es la sustitución
permanente, el cambio constante de objetos, de
modelos, de formas, para preservar nuestra presunta luminosidad, pero así tal
vez se oscurece la lucidez. El cuidado no se entrega a esta modalidad
supuestamente sofisticada de acumulación, consistente en el remplazo
continuo, en la desafección reiterada, en el
inicio una y otra vez. En tal caso se produce un tumulto de
despedidas. Pero la cuidadosa elección, la que discierne y se despoja a la par,
no la que discrimina sin más, es capaz de preferir, de seleccionar, y sabe no
hacer de la vida puro gesto acumulativo, ni siquiera de experiencias, a las que,
precisamente por su pluralidad y su
diversidad, preserva en su carácter único.
El afán posesivo de la acumulación tiene una arrogante concepción del
saber. La sabiduría tampoco es mero
acopio de conocimientos. Aumentar o incrementar no es siempre lo mismo que
crecer. No todo es cantidad ni se reduce a los resultados, y menos aún a la
cuenta de resultados. Acumular por encima de cualquier otro objetivo es una
forma de acaparar con la voluntad de tener, no pocas veces sin llegar a tenerse
o de sostenerse mínimamente. Hay en ello algo de prevención y algo también de
previsión. Y no poco de temor. Como si así deseáramos anclarnos
a la existencia abrigados por lo acumulado. Sin embargo, tal vez sean otros
quienes se verán en la necesidad de despedirse de esa recopilación que
silenciosa pero inexorablemente vamos realizando. Los hogares vienen a ser
armarios del tiempo. El inocente deseo de retenerlo suele
corresponderse no pocas veces con la no menos ingenua voluntad de acaparar para
dominar. Y no sólo la vida. También a los demás. Más que a uno mismo.
Ángel Gabilondo, Acumular, El salto del Ángel, 27/11/2012
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