La saviesa es troba en l'acceptació de la pròpia contingència.

Los hombres inventaron a Dios para convencerse de que las cosas podían durar más que la vida. Es cierto: me parece que en Occidente inventamos a Dios para tranquilizarnos con poco. Sin embargo, creo que la verdadera sabiduría estriba en aceptar la impermanencia. Puedo amar a alguien toda la vida, pero, a pesar de todo, este amor desaparecerá conmigo, ya que todo desaparece. Según mi punto de vista, es mayor la sabiduría del que acepta su finitud, su propia mortalidad, que del que intenta tranquilizarse a buen precio, imaginando que después de la muerte existe otra vida que no acabará nunca.

Juan Cruz, "Uno estudia filosofía porque no es feliz", entrevista a André Comte-Sponville, El País semanal, 25/11/2012
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/11/23/actualidad/1353670784_257749.html

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