Convencionalisme i naturalisme en Plató.
Píndar |
En todo caso, la idea se
halla íntimamente relacionada con el convencionalismo de Protágoras. El hecho de que Platón
haya combinado conscientemente algunas ideas convencionalistas e incluso una
versión de la teoría contractual con su naturalismo, constituye, por sí mismo,
un índice claro de que el convencionalismo no sostenía, en su forma original,
que las leyes fueran totalmente arbitrarias, y las observaciones de Platón relativas a Protágoras así lo confirman. En cierto pasaje de Las Leyes puede apreciarse hasta qué
punto fue consciente Platón de la
presencia de un elemento convencionalista en su versión del naturalismo. Platón proporciona allí una lista de
los diversos principios en los que puede reposar la autoridad política, y hace
mención del naturalismo biológico de Píndaro, vale decir, del «principio de que
gobernarán los fuertes y los más débiles serán gobernados», que Platón considera «conforme a la
naturaleza, tal como lo expresó una vez el poeta tebano Píndaro». Platón contrapone ese principio a otro
que merece su recomendación, por combinar a un tiempo convencionalismo y
naturalismo: «Pero existe también una... concepción que entraña el principio
más grande de todos, a saber, el de que los sabios guían y gobiernan, mientras
los ignorantes se limitan a seguirlos; y esto, ¡oh Píndaro!, poeta entre los
poetas, no es ciertamente contrario a la naturaleza, sino conforme a la misma,
pues lo que exige no es una compulsión externa, sino la soberanía
auténticamente natural de una ley basada en el consentimiento mutuo».(…)
Así, los habitantes de una
comunidad se reúnen a fin de beneficiar cada uno su propio interés; insistimos
en esto porque constituye un importante elemento de la teoría contractual. Pero
detrás de ese hecho se halla el de que los hombres no pueden bastarse a sí
mismos, que no es sino un hecho de la naturaleza humana, y eso ya pertenece al
naturalismo. Este elemento naturalista recibe todavía un desarrollo ulterior:
«No hay dos hombres que sean, por naturaleza, exactamente iguales. Cada uno tiene
su naturaleza peculiar y así, algunos son aptos para cierta clase de trabajos y
otros para otras... ¿Qué es preferible, que un hombre trabaje en muchas artes
diferentes o solamente en una?... Por cierto que se producirá más v mejor y con
mayor facilidad, si cada hombre se dedica a una sola tarea adecuada a sus
aptitudes naturales». págs. (84-85)
Karl R. Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, Primera Parte, Ediciones Orbis, Barna 1985
Karl R. Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, Primera Parte, Ediciones Orbis, Barna 1985
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