"La nostra vida són les pantalles" (Kevin Warwick)
Conecté mi cerebro a un ordenador en Nueva York y envié sus impulsos a través de internet a un brazo robótico en mi laboratorio de Inglaterra. Y ese brazo se movió. Y pude sentirlo igual que el mío.
¿Para qué sirve ese experimento?
Además de perfeccionar brazos y piernas artificiales para quienes los han perdido, piense, por ejemplo, en su cerebro en la Tierra y su cuerpo trabajando en la Luna o Marte.
¿Me pagarían a mí o a mi cuerpo?
¡Ahí esta el problema! La gran incógnita del futuro es nuestra identidad. Hay otros: ¿cómo se lleva con su pareja? ¿La escucha?
Siempre ha habido quejas al
respecto.
La mía, Irena, también se quejaba. Estaba claro que teníamos un problema de comunicación. Así que un día conectamos mi sistema nervioso a su mano y, cuando ella la movía, yo recibía los impulsos en mi cerebro, y nos comunicábamos con código morse.
Y lo que se ahorraban de teléfono.
Fue un modesto homenaje a Morse. Porque recuerde que el inventor del telégrafo, Samuel Morse, escribió hace casi dos siglos que con aquel invento quería "enviar señales de un cerebro a otro cerebro"
Y lo logró.
No, porque topó con la misma barrera que nosotros: la interfaz entre cerebros, el lenguaje. Porque las neuronas se conectan on line con exactos impulsos electroquímicos. pero para llegar de una mente a otra deben pasar por el arcaico lenguaje humano.
Estamos incomunicados por la
lengua.
Comparado con lo instantáneo y preciso de la transmisión en la red neuronal, nuestro lenguaje es un código ambiguo e impreciso... Y hablar, ¡qué lenta y primitiva manera de emitir y recibir ondas sonoras!
¿Tan maravilloso sería conectar
nuestros cerebros directamente sin lenguaje?
Trabajo con cirujanos de Oxford para curar el parkinson. Conectamos los cerebros enfermos a una inteligencia artificial que les proporciona un estímulo eléctrico que corrige la disfunción que genera temblores.
Brillante.
Pero la solución definitiva está en regenerar o incluso generar más cerebro con células neuronales. Por eso mi apuesta favorita ahora es la metamorfosis de Kafka al revés.
¿...?
Un robot que se convierte poco a poco en humano y un día podrá explicar qué siente.
¿Cómo lo hacen?
Cultivamos células de cerebro humano, las alimentamos hasta que crecen y espontáneamente se conectan entre sí en red -momento mágico-; creamos así un cerebro que responde a nuestros estímulos y... ¡aprende!
¿De dónde sacan las neuronas?
Nos las vende una empresa estadounidense que las extrae de abortos o embriones que no han prosperado.
¿Y le ponen ese cerebrito a un
robot?
Y a ese robot le enseñamos hasta que toma iniciativas relativamente autónomas.
¿Relativamente?
Porque depende de nosotros: lo alimentamos. Pero ¿usted es totalmente autónomo?
Cerebro natural en cuerpo
artificial.
Artificial y natural; virtual y real; biológico o robótico... Es ya lo mismo. Corregimos disfunciones neuronales bioquímicas con implantes electrónicos. ¿Y acaso ese implante corrector no es cerebro también?
¿Implantarán memoria, recuerdos?
Sí. Por ahora trabajamos para manipular la manifestación física de nuestra memoria.
Mis recuerdos son mi identidad:
si los borra, modifica o me añade, ¿quien soy?
Usted está grabando esta conversación con su smartphone. El móvil ya es su memoria: da igual que sus recuerdos estén en un chip de silicio y no en neuronas biológicas.
¡Hay tanto de nosotros en
nuestros móviles como en nuestros cerebros!
Usted es su memoria, y también está en el móvil, que guarda la charla y la pone en red.
Hoy vivimos más ante pantallas
(ordenador, móvil, teles...) que ante personas.
Las pantallas nos dan compañía, trabajo para subsistir, sexo, información, estímulo: la vida es la pantalla. No hay diferencia.
Para esa vida necesito unos ojos
enormes que pantallearían día y noche.
Es que nuestro cuerpo ya es un impedimento para nuestro cerebro: nuestras neuronas se conectan mejor en red que nuestras células. Por eso nuestro cuerpo hoy se engorda y degrada: la obesidad, la diabetes... Pronto nuestros cerebros se librarán de ellos.
No sé si es un futuro estimulante
Tampoco necesitará ojos: cuando solucionemos el problema de las interfaces estaremos conectados directamente a las redes sin pantallas. Enlazaremos directamente nuestros sistemas neuronales. Y será un enorme avance, porque las conexiones electroquímicas son más precisas y rápidas que la vieja sintaxis de sujetos y predicados.
Suena a Matrix, el filme de
ciencia ficción en el que los cuerpos son ignorados.
Excepto en que nuestro futuro en red no tiene protagonistas: la red diluye identidades, y eso Hollywood no sabe reflejarlo, porque sin protagonistas no hay taquilla. Pero nuestro destino cierto no es la identidad y la acción, sino la red y su conexión.
Lluís
Amiguet, “Nuestro
cuerpo ya no es más que un estorbo para nuestro cerebro”, Entrevista a Kevin Warwick, La Contra. La
Vanguardia. 19/11/2912
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