Sobre el temps (Rüdiger Safranski)
Rüdiger Safranski |
Para Safranski, "el tiempo sólo tiene una dirección, no es como
el espacio". Se trata de un flujo irreversible. Sin embargo, nosotros
vivimos la dicotomía entre el tiempo presente ("siempre hay un ahora") y
el tiempo imaginado (por el que viajamos al pasado o al futuro). Nos
desplazamos, pero desde nuestra creatividad.
De este modo, el filósofo explica que se suele entender el tiempo como "aquello que miden los relojes", pero
en realidad eso no es más que una convención. "Se confunde el tiempo
con sus instrumentos para medirlo", asegura. Y es que, según sus
palabras, "el tiempo no avanza, sino que fluye", y sólo se puede hablar
de tiempo si pasa alguna cosa, si podemos reconocer ciertos hechos o
acontecimientos ocurridos entre un espacio temporal y otro.
Después
de esta breve introducción en la idea ontológica del tiempo, Rüdiger
Safranski quiso dedicar la conferencia a lo que denomina "socialibilización del tiempo", que viene con la industrialización de la sociedad moderna, cuando se normalizan los
grandes relojes en iglesias y fábricas... Hay una "mecanización" que, a
partir de ese momento, dirige nuestro comportamiento. Somos proveedores
de tiempo.
En nuestros días, el aumento de la "presión temporal" es brutal, y se habla de la "escasez del tiempo".
Para el autor alemán no se puede utilizar este término, ya que algo
sólo puede ser "escaso" en relación a otra cosa, y no es una
característica intrínseca del concepto. Siempre nos quejamos de que
"tenemos poco tiempo", que tenemos que "ganar tiempo", porque lo vemos
ya como un producto por el que pagamos o cobramos en plazos bien
delimitados (sueldos, cuotas, préstamos, etcétera). La relación entre
tiempo y economía es, en este sentido, fundamental. Mientras el que está
dentro de la rueda laboral no tiene tiempo para nada, el que está
fuera, el que la sociedad ha excluido, no sabe qué hacer con él.
Con
la "aceleración" de nuestros días, en gran parte provocada por los
nuevos sistemas de información, lo que se busca es, prioritariamente, el
consumo. Así, nos dice Safranski, "los créditos no son creación de
valor, sino que se compra el futuro, hipotecándonos". Para el pensador,
la especulación es eso, "basura que aún no hemos consumido" y, por ello,
el problema fundamental radica en una falta de sincronización entre el
tiempo financiero y el tiempo vital. Son dos trenes incompatibles, nos
explica, que quieren convivir siendo uno de Alta Velocidad y otro de
Cercanías.
Se cree que la aceleración – hacer cosas
constantemente - ayuda a no pensar en la muerte. El filósofo no puede
estar más en desacuerdo, ya que lo que se consigue es que, viviendo de
esta forma, "la experiencia vital ya no tiene valor". Vivimos en una "patología del tiempo" que nos lleva, irremediablemente, al horror vacui. ¿Por qué, después de mirar durante horas la televisión, al poco rato ya no recordamos nada de lo que hemos visto?
Rüdiger
Safranski defiende que hoy "la información no se transforma en
experiencia" y el exceso de estímulos provoca "un ataque del presente al
resto del tiempo". Si sólo estamos pendientes de lo inmediato, si no
hay espacio para "lo mediado", el conocimiento no es posible.
"Necesitamos una revolución del tiempo social", asegura.
¿Por
dónde comenzamos? El pensador, que está trabajando en un nuevo libro
sobre el tema, parece tenerlo claro: "La filosofía es un primer paso
hacia la desaceleración".
Albert Lladó, Safranski: "La información ya no se transforma en experiencia", La Vanguardia, 16/09/2011
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