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El cerebro se adapta a internet
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Si un día necesita despejar una simple ecuación y no recuerda cómo se hace, bastará con que descargue en su móvil una aplicación como PhotoMath. Sólo tendrá que apuntar con la cámara a la página donde esté impresa la ecuación y el software resolverá la incógnita. Aún más: le mostrará los pasos de la resolución del problema. Fantástico, ¿no? Quizás no tanto. Más allá de la fascinación y la rapidez que nos ofrece la tecnología, cuestiones como esta nos hacen plantearnos cómo nos han cambiado internet y los dispositivos móviles. "Lo que hemos perdido es la habilidad de resolver los problemas en profundidad", sostiene la columnista y escritora norteamericana Maggie Jackson.

Autora del libro Distracted. The erosion of attention and the coming dark age (Distraídos. La erosión de la atención y la era oscura que viene), Jackson asegura que "la forma en la que vivimos corroe nuestra capacidad de atención perceptiva, sostenida y profunda". "Mientras cultivamos una vida de distracción -observa- estamos perdiendo nuestra habilidad para crear y preservar sabiduría y nos deslizamos hacia una era de ignorancia que, paradójicamente, nace en medio de la abundancia de conocimiento y conectividad". Si el lector ha llegado hasta aquí, nuestro reto será que llegue hasta el final.

Uno de los autores que observaron de una forma crítica cómo internet y la tecnología han cambiado nuestros hábitos de consumo mediático y cultural de una forma crítica fue Nicholas Carr, que en el 2010 publicó en The Atlantic un celebrado artículo titulado "¿Nos está volviendo Google estúpidos?" que fue ampliado más tarde en el libro Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? (Ed. Taurus). En estos textos, Carr exponía que él mismo y algunos de sus colegas, todos intelectuales, habían alterado sus "hábitos mentales".

En una de sus descripciones, Carr señala que empezó a detectar cambios en su propio comportamiento en el 2007. "El modo en que mi cerebro funcionaba parecía estar cambiando. Fue entonces cuando empecé a preocuparme sobre mi incapacidad para prestar atención a una sola cosa durante más de dos minutos", explica. En su opinión, la mente que nos caracterizaba hasta hace unos años era "calmada y concentrada, sin distracciones".

Ahora, en cambio, "la mente lineal está siendo desplazada por una nueva clase de mente que quiere y necesita recibir y diseminar información en estallidos cortos, descoordinados, frecuentemente solapados -cuanto más rápido, mejor-", sentencia. En definitiva, ni Carr ni sus colegas se ven hoy con ánimos de enfrentarse a leer una densa joya de la literatura universal como Guerra y paz, una actividad que sí hicieron muchos años atrás.

La historia de la psicóloga Sherry Turkle es muy diferente. En 1995 era una de las grandes defensoras de la forma en la que internet y la tecnología transformarían nuestras mentes. Por aquel entonces, creía que la "experiencia digital" sólo serviría para "enriquecer nuestra vida real". Su percepción ha cambiado. Esta experta se convirtió en una de las grandes referentes entre los defensores del mundo hiperconectado que nos ofrecen internet y las redes sociales. El paso el tiempo ha transformado su opinión.

"Estos pequeños dispositivos que llevamos en nuestros bolsillos -asegura Turkle en su última conferencia Ted- son tan poderosos psicológicamente que no sólo cambian lo que hacemos, sino que cambian lo que somos". En su opinión, con el móvil "somos lo que queremos ser". Por eso, "sacrificamos conversaciones por conexiones".

Para Turkle, esto pone "en riesgo nuestra capacidad de autorreflexión". La nueva forma de ser ya no es el "pienso, luego existo" de René Descartes, sino el "comparto, luego existo" de Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, la red social que agrupa más posibles conexiones humanas: unos 1.400 millones de usuarios registrados de los 7.200 millones de personas existentes en el mundo.

Amber Case, que se define como "antropóloga cyborg", es más optimista respecto al panorama futuro, porque en todo el magma de internet "existe comunicación humana, sólo que se realiza de forma diferente" a como se hacía hasta hace unos años. "Estamos aumentando nuestra humanidad -explica en una conferencia Ted- y nuestra capacidad de conectarnos más a otros a pesar de la geografía".

Para Case, los adultos actuales han tenido que pasar por "dos adolescencias". La propia de todos los seres humanos y otra del conocimiento y adaptación a internet, la tecnología y las redes sociales. En esas está una parte de la humanidad. "Todos somos arqueólogos buscando cosas perdidas con esos cerebros externos que llevamos en nuestros bolsillos", considera esta especialista.

También tiene una perspectiva positiva de esos cambios en el consumo mediático y cultural Mònica Figueras Maz, doctora en Comunicación en la Universitat Pompeu Fabra y socióloga. "Cambian los formatos y los medios. Los procesos y las necesidades que hay son los mismos. Sí es cierto que hay mucha preocupación -observa-, pero para mí es indiferente. Es una forma diferente de aprendizaje. Ni mejor ni peor". Desde su experiencia, "no está demostrado que lecturas más profundas consigan mejor su objetivo".

Figueras admite con cierto conformismo que, hoy en día, "más de 10 minutos, un joven no te aguanta en el aula". "Yo sé que mientras imparto una clase algunos están en Facebook, pero esa es una nueva realidad. Otros toman apuntes o buscan información sobre el tema del que hablamos. Si lo que explico no es interesante, es mi problema. La clase magistral ha muerto". Para esta experta, hay que tener en cuenta que en nuestra era "el saber ya no es unidireccional". "El saber es mosaico", afirma.

No obstante, Figueras sí que considera esencial que los alumnos de secundaria reciban formación en alfabetización mediática, que aprendan a consumir dentro de la amplia oferta que tienen a su alcance. Desde su punto de vista, los dispositivos móviles se han convertido en cotidianos y es mejor que nos acostumbremos a usarlos en nuestro provecho. "Vivimos permanentemente enganchados a ellos. Lo que recomiendas en Twitter es un elemento más de nuestra identidad. Los móviles y las tabletas han venido para quedarse". Esta especialista incide en el hecho de que ahora nuestra identidad no es algo aislado y sólo a nuestro alcance, sino que "se construye en un continuo dentro y fuera de nosotros".

La profesora Amalia Creus, que dirige el grado de Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), advierte que "el mundo y la sociedad en general son mucho más multitarea. Así funciona. Pensamos de una forma fragmentada, conectando informaciones que están muy dispersas". Pero no por ello cree que debamos renunciar al pensamiento más reflexivo y profundo de otras épocas. "Debemos ser capaces -propone- de crear espacios con un pensamiento más lento, más crítico".

El panorama, desde ese punto de vista, es el de inicio de una era en la que "tenemos mucho por hacer". "Hay un acceso ilimitado a la información, pero también es un momento en el que la vida útil de la información es extremadamente corto", plantea Creus.

En el ámbito de la formación de los jóvenes para la comunicación, "debemos formar gente para que sea capaz de buscar información en una estructura saturada de información". Asegura que "lo que es definitivo es el constante movimiento. Estamos formando alumnos para un mundo que no sabemos cómo será".

Algunos expertos alertan de que los móviles nos han creado la ilusión de que nunca estamos solos aunque la comunicación entre personas sin ellos es menor. El tiempo dirá si ganamos algo.
Francesc Bracero, El cerebro se adapta a internet, La Vanguardia, 14/12/2014

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