Internet, la caverna digital.
La caverna
de Platón es un cine primitivo, con un foco y una pantalla donde se
proyectan las imágenes. Con toda evidencia el cine fue la primera
caverna de Platón en estado puro, y como les ocurría a los habitantes
inmovilizados de la caverna, los espectadores del cinematógrafo están
también presos en sus butacas, y mientras dura la proyección tienden a
creer que lo que ven es real. Cuentan que los espectadores de una de las
primeras películas de los hermanos Lumière (la de la locomotora)
salieron corriendo de la sala porque no podían soportar tanto realismo.
Pero
la verdadera caverna de Platón de ahora es Internet, ya que es mucho
más totalitaria, envolvente y narcótica que el cine, y exige más
continuidad y dedicación. Hay gente que se pasa casi todo el día ante la
pantalla del ordenador, viviendo en una dimensión virtual, que
confunden continuamente con la realidad. Muchos niños de ahora tienen
dificultades para diferenciar lo virtual de lo real.
Habrá
que pensar que Platón era un profeta. Nunca como ahora habíamos vivido
tan sumergidos en su caverna. Nunca como ahora habíamos consumido tantas
ficciones: de hecho ya todo parece una ficción de la que nadie nos va a
sacar, y no deja de ser paradójico que a los pocos que aún están fuera
de ella se les considera fuera de la realidad, cuando en honor a la
verdad son los únicos que están fuera de la ficción.
No
niego que la red está vinculada a la realidad: ahora mismo la gobierna y
la determina, y tampoco niego que siempre hemos estado gobernados por
ficciones. Platón lo sabía mejor que nadie, y con su mito pretendía que
por lo menos supiésemos diferenciar los objetos reales de las sombras
proyectadas en la pared de una gruta.
Una
gruta no muy diferente a la cueva en la que muchos ciudadanos de ahora
van a pasar y pasan la mayor parte de su existencia, creyendo que se
relacionan con otros cuando en realidad solo se relacionan con
espectros.
Salvo
cuando estoy escribiendo, rara vez consigo pasar más de una hora ante
el ordenador, en cambio puedo pasar más de dos horas mirando un gato, un
árbol, o las nubes que pasan por el cielo. ¿Ellas también son una
ficción? No me atrevería a decir que no. Es posible que ya todos vivamos
dentro de un ordenador y que nuestras vidas sean meras imágenes en
movimiento.
Matrix fue una de las últimas versiones del mito de la caverna de Platón, (1999); otra, muy diferente, fue La caverna de Saramago (2000). Algunos años antes, escribí una novela corta titulada El apocalipsis según Jonás
(que salió por entregas en el periódico El Mundo), donde una sociedad
secreta promete a sus miembros una inmortalidad ficticia, vinculando sus
cuerpos en estado de hibernación a un ordenador central que les hace
creer que están en el Paraíso.
Jesús Ferrero, La caverna digital o la profecía de Platón, El Boomeran(g), 13/12/2014
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