Victoria Camps: "Cal voler el que és bo i rebutjar el que és dolent".
Venimos de la represión de las emociones?
Sí,
tenemos un pensamiento mayoritariamente racionalista. La moral se ha
entendido como la represión de los sentimientos, algo que había que
dominar.
Victoria Camps |
Pero ahora estamos en el otro extremo.
Totalmente.
En un mundo en el que todo está en venta, el canal para vender son las
emociones. Es muy fácil manipular a la gente con un lenguaje que toque
la fibra emotiva, y se usa en política, en el mercado, en los medios de
comunicación... Las emociones son importantes, pero no hay que caer en
el culto a la emocionalidad.
Nos gobiernan.
Nos pueden arrastrar, lo cual tiene su parte buena porque nos llevan a actuar.
También puede ser malo.
Sí, el sentimiento es
la base del comportamiento moral. No sólo hay que entender lo que es
bueno y lo que es malo, hay que querer lo bueno y que te repugne lo
malo, y eso es una emoción.
Has de sentirlo.
Sí, es como el fumar, todo
el mundo sabe que es malo, pero el fumador sigue fumando hasta que
revierte el sentimiento: el susto que te provoca un enfisema pulmonar te
hace dejarlo. La ética no es una colección de normas, es una
sensibilidad.
¿Por qué hay tanto corrupto y tanto desvergonzado?
Falta
voluntad de hacer las cosas bien y falta un clima moral social que
reconozca a las personas que cumplen y no a las que no cumplen.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Es una
consecuencia de la misma libertad, del progreso, al tener más
posibilidades de elegir, cada cual debe tener lo que se llamaba fuerza
de voluntad para reprimir lo que no se debe hacer, y más criterio.
Pero dice la ciencia que la raza humana ha progresado gracias a la cooperación.
Cierto,
pero es muy fácil desviar la compasión y la cooperación hacia "lo que a
mí me interesa". El ser humano es una mezcla de dos tendencias, por una
parte es egoísta y por otra benefactor y compasivo. Equilibrar los dos
aspectos es complicado.
¿La ética sin sentimiento se convierte en norma de colegio?
Son
deberes escritos en algún sitio, sí. Ahora todo el mundo quiere hacer
un código ético: las empresas, los ayuntamientos, ¿pero para qué sirve
un código ético?
¿Para saltárselo?
O guardarlo en un cajón. Si no existe la voluntad, que es más sentimental que racional, no sirve para nada.
Igual lo que nos sobra es individualismo.
Dar
valor al individuo ha sido un gran logro, los derechos humanos son
derechos individuales, pero si lo único que hace el individuo es pensar
en sus intereses y olvidarse de los demás, eso es la negación de la
ética.
¿Por qué es más moral ser justo que injusto?
Esa
es la gran pregunta filosófica, y no tiene respuesta. Platón lo
planteaba así: ¿por qué el tirano (el injusto) es feliz, y el justo es
desgraciado?
¿Alguna conclusión?
Platón hablaba del sufrimiento del tirano.
Casi todos los tiranos han muerto felizmente en su cama.
Yo diría que nos hemos inventado una palabra, justicia, que es positiva, que es buena y no hace falta darle más vueltas.
¿Cómo define la ética?
Como el intento de conseguir que las personas convivan de una forma amable, pacífica y sin destruirse unos a otros.
La ética tiene que ver con los demás.
Totalmente.
La regla de oro de la moralidad la inventó Confucio: no hagas a los
demás lo que no quieres que te hagan a ti; eso es la ética: pensar en
los demás.
¿En nuestras democracias no hemos encontrado el equilibrio entre libertad y convivencia?
Así
es. Por una parte la libertad es un gran valor pero por otra hay que
construir un demos, un pueblo cohesionado, con objetivos comunes que no
favorezcan a una oligarquía en detrimento de los demás, y encontrar ese
equilibrio es lo que falla.
¿Con qué virtudes se queda?
El catecismo
nombraba cuatro virtudes cardinales, que en el fondo son aristotélicas:
la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. En esta crisis
las cuatro han fallado, no se ha sido prudente, no se ha sido justo: hay
quien dice que las grandes desigualdades, ese uno por ciento muy rico
frente a una gran mayoría miserable, es una de las causas de la crisis, y
estoy de acuerdo.
¿Y la fortaleza?
Es la valentía, y ha habido
muy poca para afrontar todo el caos que nos ha ido llevando hasta aquí. Y
la templanza significa moderación, demasiada codicia.
¿Cuál cree que es la virtud fundamental que debe cultivar un político?
Hoy
sin duda el coraje, para decir la verdad y hacer lo que tienes que
hacer pese a las presiones internas, externas y a la impopularidad.
Imma Sanchís, "La ética no es una colección de normas, es una sensibilidad", entrevista a Victoria Camps, La Contra. La Vanguardia, 04/02/2013
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