K G B
No es ya que el PP dispusiera de un dinero A y de un dinero B, es que la
doble contabilidad parece el modelo dominante. Así, Ana Mato es la cara
A de Jesús Sepúlveda al modo en que Amy Martin era la cara B de Irene
Zoe Alameda. Tenemos también una justicia A y una justicia B, una
sanidad A y una sanidad B, una educación A y una educación B, todo ello
en función de las disponibilidades económicas del contribuyente. Por
abreviar, resulta que conviven en el mismo espacio, como sucede con las
dimensiones paralelas, una realidad A y una realidad B. La realidad A de
Rajoy, por ejemplo, es la de un señor que ha perdido dinero por
dedicarse a la política. Ha perdido mucho dinero, mucho, mucho, el otro
día no quiso decirnos cuánto por modestia y para evitarnos la vergüenza
que sentiríamos al conocer la cifra siendo, como somos, tan
desagradecidos. Claro que todo lo que ha perdido Rajoy lo han ganado
Bárcenas y sus alrededores. Bárcenas es, en cierto modo, la versión B de
Rajoy. Por eso Rajoy le pagaba el abogado y le mantenía el coche y el
chófer y la secretaria y el despacho… La cara A de Rajoy es la de un
héroe dispuesto a sacrificarlo todo por usted y por mí y por la patria,
porque si es necesario nombrar la patria, nombramos la patria y tiramos
de la bandera. Lo importante es que el ruido retórico de la cara A
oculte la orgía de la cara B. Y hay que hacer mucho ruido para tapar el
jadeo sexual de 22 millones de euros, por dar una cifra que ya se va
quedando corta, pues de la cara B, de momento, solo hemos visto la nariz
de Pinocho. Quedan por aparecer los ojos, y la frente y la boca, o la
bocaza de las grandes palabras. De modo que en apariencia estamos
gobernados por una cara A con caracteres de imprenta, pero quien manda
es la B, escrita a mano. Lo que tienen en común las dos caras, o jetas,
es lo duras que son.
Juan José Millás, Las dos caras, El País, 08/02/2013
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