Quan l'assignatura d'Educació per a la Ciutadania tenia sentit.
Aceptada la premisa de que el único orden real es el económico y que todos los demás el jurídico, el religioso, el cultural, etc. -son manifestaciones delirantes de ese orden, al que sirven fielmente incluso cuando lo rechazan, la Educación para la Ciudadanía, en efecto, daba risa. Tenía sentido cuando nos engañábamos respecto a la composición cualitativa y cuantitativa de la realidad, o cuando, sin engañarnos del todo, pensábamos que las cosas se podían modificar dándole la vuelta al papel, como ocurre en ese dibujo en el que, al ponerlo boca abajo, aparece un hada donde antes se veía una bruja. Creíamos ingenuamente, pobres, que el hada socialista estaba dentro de la bruja liberal.
Asumida ya hasta por los chinos, que son los últimos comunistas
influyentes, la máxima de que "es la economía capitalista, idiotas", el
escándalo provocado por el desvelamiento de la contabilidad B del PP
resulta bastante artificial. Los sobresueldos, si se estudian a fondo,
se ajustaban a la responsabilidad de los sobrecogedores como la
actuación de la policía en la estación de Atocha fue "proporcional" a la
actitud de los ciudadanos. ¿Que usted vio otra cosa en los telediarios?
El problema es de usted, como si en el indulto del kamikaze advierte
que el hijo del ministro de Justicia trabaja en el despacho que llevó su
defensa. O como si en la amnistía fiscal descubre la necesidad de echar
una mano a Bárcenas para blanquear su fortuna. O como si en la compra
del ático marbellí de Ignacio González percibe lo que salta a la vista,
etc.
Seamos claros: ni Educación para la Ciudadanía ni hostias. En las
actuales circunstancias de dictadura económica completamente asentada,
lo que se debe preguntar la juventud es cómo ingresar en alguna de las
mafias existentes para escapar al destino de reponedor, cuando no de
parado infinito.
Juan José Millás, Seamos claros, El País, 01/02/2013
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