La problemàtica definició del terme 'normal'.
Antes de empezar a salvar a las personas normales, tenemos que determinar
qué es normal. «Normal» puede parecer una palabra asequible, confiada en su
popularidad, segura de su preponderancia sobre lo que es anormal. Definir
normal debería ser fácil y ser normal debería ser una ambición modesta. No es
así. La normalidad ha sido asediada terriblemente y se ha visto tristemente
reducida. Los diccionarios no pueden ofrecernos una definición satisfactoria;
los filósofos discuten sobre su significado; los estadísticos y los psicólogos
la miden sin cesar, pero no logran captar su esencia; los sociólogos dudan de
su universalidad; los psicoanalistas dudan de su existencia; y los médicos del
cuerpo y de la mente se afanan en encontrar sus límites. El concepto de normal
está perdiendo todo sentido; basta con fijarse lo suficiente para que, al
final, todo el mundo esté más o menos enfermo. Mi tarea en este libro será
intentar frenar este abuso constante e inexorable y ayudar a salvar la
normalidad.
La palabra «normal» se encuentra en muchos terrenos distintos. Inició su
vida en latín como una escuadra de carpintero y sigue utilizándose en geometría
para describir ángulos rectos y perpendiculares. No es de extrañar que la
palabra adquiriese una serie de connotaciones sensatas que denotaban lo
habitual, estándar, usual, rutinario, típico, promedio, corriente, esperado,
acostumbrado, común, adecuado, convencional, correcto o tradicional. A partir
de aquí, un pequeño salto llevó el término a describir el buen funcionamiento biológico
y psicológico: no enfermo físicamente y no enfermo mentalmente.
Todas las definiciones de normal del diccionario son absoluta y
cautivadoramente tautológicas. Para saber qué es normal hay que saber qué es
anormal. Y adivina cómo se define anormal en los diccionarios: aquello que no
es normal o habitual o natural o típico o usual o adecuado. Es como la
pescadilla que se muerde la cola; cada término se define exclusivamente como el
contrario del otro, no hay una auténtica definición de ninguno de los dos y no
hay ninguna línea definitoria significativa entre ellos.
Los términos dicotómicos «normal» y «anormal» inspiran una sensación de
reconocimiento y falsa familiaridad. Intuimos instintivamente lo que significan
en general, pero nos resultan intrínsecamente difíciles de precisar
específicamente. No existe una definición universal y trascendental que sirva
para resolver problemas del mundo real.
Allen Frances, ¿Somos
todos enfermos mentales?, Ariel, Barna 2014
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