La comunicació entre cervells.
Apiñados o diseminados, los prisioneros de las cuevas mentales tenemos en
común el hecho de tener neuronas, a través de las cuales fluyen mensajes
electroquímicos. Pensando solo en las personas, diremos que los sentidos son el
biombo de los titiriteros platónicos y que la proyección no es óptica, sino
electroquímica. Si profundizáramos en la metáfora habría que precisar las leyes
electroquímicas que determinan los procesos de intercambio e interexpresión
neuronal, puesto que son muy distintas de las leyes ópticas de la alegoría
platónica, basadas en la homotecia entre luces y sombras. El cerebro es una de
las principales cuevas mentales y sus paredes están tapizadas por neuronas.
Esta nueva modalidad de caverna es común a todos los seres humanos (y a los seres
cerebrados), y por tanto múltiple y diseminada. Su estructura es común a todas
las personas, las imágenes mentales y perceptivas de cada cueva son diferentes.
Cada cual es como es. Nadie tiene la capacidad de transferir lo que percibe a
otras personas directamente, de caverna mental a caverna mental. Para lograr
expresar los sentimientos hay que apelar a la gestualidad, así como a la
palabra, poniendo en juego los cuerpos. Los cerebros actúan a través de la
máscara corporal, que es el primer vehículo de expresión externa con el que
cuenta el cerebro. Las artes de la escritura han sido muy tardías a la hora de
expresar emociones y sentimientos, aunque a quienes leemos esto nos puedan
parecer naturales, y casi congénitas (pàg. 143).
Javier Echeverría, Entre
cavernas. De Platón al cerebro, pasando por Internet, Triacastella, Madrid
2013
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