Individualisme i modernisme.
by Kandinsky |
Lo que tiene de particular la innovación modernista es su alianza con el
escándalo y la ruptura; de esta manera surgen obras en contradicción con la
armonía y el sentido, divorciadas de nuestra experiencia familiar del espacio y
del lenguaje. En una sociedad fundada en el valor irremplazable, último, de
cada unidad humana, el arte propone formas dislocadas, abstractas, herméticas;
se presenta como inhumano. Esa
paradoja se debe precisamente a nuestra representación del individuo que «es
casi sagrado absoluto; no hay nada por encima de sus exigencias legítimas; sus
derechos idénticos de los otros individuos» (L. Dumont, Homo híerarchicus,
Gallimard, 1966, p. 17.). Los modernos inventaron la idea de una libertad sin límites
que permite explicar lo que nos separa del humanismo clásico. El Renacimiento
consideraba que el hombre se desplazaba en un universo inmutable y geométrico
dotado de atributos permanentes. Sin embargo, el mundo exterior, incluso
infinito y abierto a la acción, obedecía a leyes fijas, eternas que el hombre
sólo podía registrar (P. Francastel,
Peinture et société). Con los
modernos, la idea de una realidad que impone sus leyes es incompatible con el
valor de la mónada individual ontológicamente libre. Desafío a las leyes, a lo
real, al sentido, el ejercicio de la libertad no admite límites para los
modernos; se manifiesta por un proceso hiperbólico de negación de las reglas
heterónomas s y correlativamente por una creación autónoma que decreta sus
propias leyes. Todo lo que se plantea en una independencia intangible, todo lo
que implica una sumisión a priori no
puede resistir a la larga el efecto de la autonomía individual. «He querido
establecer el derecho de atreverme a todo», decía Gauguin: la libertad ya no es
una adaptación o variación de la tradición, exige la ruptura y la revuelta, la
destrucción de las leyes y significaciones heredadas, una creación soberana,
una invención sin modelo. Así como el hombre moderno ha conquistado el derecho
de disponer libremente de sí mismo en su vida privada, de deliberar sobre la
naturaleza del poder y de la ley, asimismo ha conquistado el poder demiúrgico
de organizar las formas libremente, según las leyes internas propias de la
obra, más allá de los datos preexistentes, «crear se convertirá en una operación
consciente» (Kandinsky). Una sociedad por inventar, una vida privada por
administrar, una cultura por crear y por desestabilizar, el modernismo no puede
aprehenderse independientemente del individuo libre y origen de sí mismo. Es la
fractura de la organización «holista», la inversión de la relación del
individuo con el conjunto social, en beneficio del ser individual aprehendido
como libre y semejante a los otros, lo que ha permitido la aparición de un arte
liberado de sujeciones ópticas y lingüísticas, liberado de los códigos de la
representación, de la intriga, de la verosimilitud y de la consonancia (pàgs.
93-95).
Gilles Lipovetsky, La era del
vacío, Anagrama, Barna 1986
Comentaris