Gallardón, ministre d'un estat avortista.
Te han ganado la partida si te dejas atrapar por los términos en los que quiere discutir tu rival. Así que ¡basta de nasciturus o de “concebido pero no nacido”! ¡Basta igualmente de decir que Gallardón está en contra del aborto porque no es así! Es así como él quiere presentarse, como un defensor de los débiles, es así como lleva a cabo su particular transvaloración de los valores: “¿os creíais, vosotros los de izquierdas, defensores de las injusticias? Pues, en realidad, no es así; soy yo, que soy de derechas, el auténtico adalid de los más débiles. Esos débiles a los que vosotros no os dignáis ni a contemplar, no los veis, y en eso consiste vuestra injusticia. Sólo pensáis en los fuertes, en los amos”.
A una transvaloración, otra. Como nos
enseñó Nietzsche. ¿Quiere proteger a los débiles? Bien, estamos de
acuerdo. No lo estaremos haciendo, sin embargo, si no reducimos la
tentación de abortar en las madres que se encuentran en dificultades
para ser madres. Porque hay algo que todos, absolutamente todos, sabemos
y es que si una quiere abortar hoy en día, lo hará por encima de quien
sea y caiga quien caiga. Eso ha sido así desde la noche de los tiempos. Y
si bien antes los peligros de ponerse en manos de personas inexpertas
era muy alto, hoy en día existen médicos que lo harán y existen países
que lo facilitarán.
¿Quiere el ministro que en las madres la
tentación de abortar sea muy escasa, infinitamente pequeña? Vale, de
acuerdo. Si yo fuera ministra, me inspiraría en lo que se hace en otros
países europeos con servicios sociales más avanzados que los nuestros y
con índices de natalidad más altos también.
En primer lugar, todos los bebés ya
nacidos recibirán en su domicilio la visita de una enfermera de la
Seguridad Social una hora al día durante los primeros 30 días después
del parto, para asesorar y enseñar a la madre y/o al padre en cuanto a
los cuidados de su hijo. De esta manera la madre no se sentirá sola, sea
cual fuere su situación familiar, durante los primeros momentos, que
son los más duros. Y una madre feliz es lo mejor para un ya nacido.
En segundo lugar, los ya nacidos en
familias cuya economía se encuentra por debajo de una renta, que habría
que estipular, recibirán gratuitamente los pañales y, si fuera el caso,
la leche maternizada y la comida, durante los dos primeros años.
En tercer lugar, existirán casas-nido
gratuitas, con personal especializado y cercanas al domicilio, en las
que los ya nacidos podrán ser atendidos a partir del primer mes y hasta
que puedan ser escolarizados en una maternal. En estas instituciones, se
orientará igualmente a la madre en las dificultades que pueda plantear
la crianza.
A esto hay que añadir, que todos los ya
nacidos serán considerados futuros ciudadanos a los que hay que educar
como una riqueza, ya que el país se debe beneficiar al máximo de las
aptitudes que puedan desarrollar. La formación de los ciudadanos será la
prioridad del Gobierno, aportando para ello todos los recursos
necesarios.
Estas son tan sólo algunas de las medidas
que se podrían adoptar. Un estado que no legisla en este sentido tiene
que ser considerado como un estado abortista. ¿Y qué es lo que realmente
está haciendo el ministro Gallardón, ministro de un estado abortista?
Es fácil, porque lo que él quiere no es que no exista el aborto sino que
sea castigado, ilegalizándolo. Sabe de la libertad de las mujeres
actuales, y no lo puede soportar.
Maite Larrauri, Gallardón está a favor del aborto ilegal, Filosofía para profanos, 25/01/2014
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