El problema de la inducció, segons Nassim Nicholas Taleb.
¿Cómo podemos pasar lógicamente de los casos específicos a las conclusiones generales?
¿Cómo sabemos lo que sabemos? ¿Cómo sabemos que lo que hemos observado en unos
objetos y sucesos dados basta para permitirnos entender sus restantes
propiedades? (…)
Pensemos en el pavo al que se le da de comer todos
los días. Cada vez que le demos de comer al pavo confirmará su creencia de que
la regla general de la vida es que a uno lo alimenten todos los días unos
miembros amables del género humano que “miran por sus intereses”, como diría un
político. La tarde del miércoles anterior al día de Acción de Gracias, al pavo
le ocurrirá algo inesperado. Algo que
conllevará la revisión de su creencia.
… ¿cómo podemos conocer el futuro teniendo en
cuenta nuestro conocimiento del pasado; o de forma más general, cómo podemos
entender las propiedades de lo desconocido (infinito) basándonos en lo conocido
(finito). Pensemos de nuevo en la alimentación del pavo. ¿Qué puede aprender
éste sobre lo que le aguarda mañana a partir de sucesos acaecidos ayer? Tal vez
mucho, pero sin duda un poco menos de lo que piensa, y es precisamente este “un
poco menos” lo que puede marcar la diferencia.
El problema del pavo se puede generalizar a
cualquier situación donde la misma mano
que te da de comer puede ser la que te retuerza el cuello. (I, cap. 4,
pàgs. 89-90)
Demos un paso más y pensemos en el aspecto más inquietante de la inducción: el
“retroaprendizaje”. Pensemos que la experiencia del pavo, más que no tener
ningún valor, puede tener una valor negativo.
El animal aprendió de la observación, como a todos se nos dice que hagamos (al
fin y al cabo, se cree que éste es precisamente el método científico). Su
confianza aumentaba a medida que se repetían las acciones alimentarias, y cada
vez se sentía más seguro, pese a que el sacrificio era cada vez más inminente.
Consideremos que el sentimiento de seguridad alcanzó el punto máximo cuando el
riesgo era mayor. Pero el problema es incluso más general que todo esto, sacude
la naturaleza del propio conocimiento empírico. Algo ha funcionado en el
pasado, hasta que … pues, inesperadamente, deja de funcionar, y lo que hemos
aprendido del pasado resulta ser, en el mejor de los casos, irrelevante o
falso, y, en el peor, brutalmente engañoso. (pàg. 90)
Confundir una observación ingenua del pasado con
algo definitivo o representativo del futuro es la sola y única causa de nuestra
incapacidad para comprender el Cisne Negro. (pàg. 91)
Nassim
Nicholas Taleb, El cisne negro. El impacto de lo
altamente improbable, Círculo de lectores, Barna 2008
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