Ceguesa davant el futur.
La única forma de poder imaginar un futuro “similar” al
pasado es presumiendo que será una proyección exacta de éste y, por consiguiente, predecible. Del mismo modo que
sabemos con cierta precisión cuándo nacimos, deberíamos saber con la misma
precisión cuándo moriremos. La idea del futuro mezclado con el azar, y no como una extensión
determinista de nuestra percepción del pasado, es una operación mental que
nuestra mente no sabe realizar. El azar nos resulta demasiado confuso para que
sea una categoría en sí mismo. Existe una asimetría entre el pasado y el
futuro, y es demasiado sutil para que la comprendamos de forma natural (II, cap.
12, pàg. 284)
… un elemento de la mecánica según la cual la mente
humana aprende del pasado nos hace creer en soluciones definitivas; pero no
pensamos que quienes nos precedieron también creían que tenían soluciones
definitivas. Nos reímos de los demás, y no nos percatamos de la posibilidad de
que en un tiempo no muy remoto alguien esté igualmente justificado para reírse
de nosotros. Esta conciencia conllevaría el razonamiento recursivo, o de
segundo orden, algo que no sabemos hacer muy bien.
Los psicólogos no han investigado ni etiquetado aún este
bloqueo sobre el futuro, pero al parecer es algo similar al autismo. Algunas
personas autistas pueden poseer una elevada inteligencia matemática o técnica.
Sus destrezas sociales son deficientes, pero no es ésta la raíz de su problema.
No saben ponerse en la piel de los otros,
son incapaces de ver el mundo desde la perspectiva de los demás. Los ven
como objetos inanimados, como máquinas, movidos por unas normas explícitas. Son
incapaces de realizar operaciones mentales tan sencillas como la de “él sabe
que yo no sé que yo sé”, y es esta incapacidad la que obstaculiza sus destrezas
sociales. (Resulta interesante que las personas autistas, cualquiera que sea su
“inteligencia”, también sean incapaces de entender la incertidumbre.).
Del mismo modo que el autismo se le llama “ceguera de la
mente”, a esta incapacidad para pensar de forma dinámica, de situarse uno
respecto a un observador futuro, se le debería llamar “ceguera ante el futuro”.
(pàgs. 285-286)
Nassim Nicholas
Taleb, El cisne negro. El impacto de lo altamente
improbable, Círculo de lectores, Barna 2008
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