La tesi de Duhem-Quine (III).
Otro aspecto de la tesis de Duhem-Quine, íntimamente relacionado con lo que veíamos en El tribunal de la experiencia, afecta a lo que se llama habitualmente experimento crucial o experimentus crucis.
La idea de la existencia de experimentos cruciales, esto es, de que
dadas dos hipótesis propuestas es posible diseñar un experimento para el
que cada hipótesis arroje un valor claramente diferente, con lo que la
realización del experimento permite decidir cual de las dos hipótesis es
correcta, tiene su origen último en Francis Bacon. Bacon planteaba en Novum Organum (1620) la existencia de situaciones en las que una hipótesis sería correcta pero no las hipótesis alternativas, a las que llamó instantia crucis. Para los casos en que la situación era provocada, es decir, se diseñaba un experimento, Robert Hooke creó el término experimentus crucis, que después Isaac Newton usaría1 haciéndolo famoso (si bien Hooke diría que el experimento de Newton no era crucial, en absoluto).
Pero, ¿es posible que exista un experimento crucial? Recordemos, citando una vez más nuestra anotación Provisional y perfectible,
que las pruebas confirmatorias pueden como mucho apoyar una hipótesis,
pero nunca demostrar que es definitivamente correcta. Siendo estrictos,
por tanto, un experimento (crucial o no) nunca puede decir que una
hipótesis sea correcta, si acaso cuál no lo es. Es decir, que un
experimento crucial, a lo sumo, permite descartar hipótesis (y tampoco,
por las salvedades que veremos en la parte IV de esta serie).
Por consiguiente, si las pruebas, observaciones y experimentos son
habitualmente pruebas, observaciones y experimentos de conjuntos de
creencias, y si cuando nos encontramos con resultados disconfirmatorios
siempre es posible rechazar una hipótesis auxiliar en vez de la teoría
principal, parece evidente que debemos responder a nuestra pregunta de
si es posible que exista un experimento crucial con un “la mayoría de
las veces, no”.
Con todo, este escepticismo sobre la existencia de los experimentos
cruciales puede entenderse de distintas formas, algunas mucho más
radicales (fuertes) y controvertidas que otras. No debería haber dudas
de que, en algunos casos, los resultados de los experimentos o de las
observaciones pueden acomodarse a hipótesis en conflicto. Un caso
espectacular, aunque este aspecto no se suele mencionar, es el de la
observación por parte de Galileo de las fases de Venus, que para muchos
parece confirmar a las claras que la hipótesis heliocéntrica es
correcta, cuando es perfectamente compatible con una hipótesis
geocéntrica no ptolemaica, tal y como explicamos en Galileo vs. Iglesia Católica redux (IV): Venus.
Si tomamos la forma débil del escepticismo de la tesis de Duhem-Quine acerca de los experimentos cruciales, podemos decir sólo que las hipótesis en conflicto a menudo
pueden acomodar los resultados de un supuesto experimento crucial, y
entonces la afirmación parece fácilmente aceptable, en general, por
todos. En la historia de la ciencia se pueden encontrar muchos ejemplos
que ilustran esta posición débil, el de las fases de Venus es sólo uno
de ellos.
La forma fuerte de esta parte de la tesis de Duhem-Quine diría que cualquier resultado experimental, el que sea, puede encontrar acomodo en la hipótesis que sea, en cualquiera.
Evidentemente esta es una afirmación mucho más controvertida y se hace
muy complicado buscar ejemplos en la historia de la ciencia que la
apoyen. A pesar de todo, Quine algunas veces habló así. No hay consenso
en absoluto sobre esta forma fuerte.
Las ideas del cuerpo de creencias que vimos en la anotación anterior y
esta de la inexistencia de los experimentos cruciales, nos dejan en
bandeja la tercera parte fundamental de la tesis de Duhem-Quine, que tan
incómodos hacen sentir a algunos científicos y a los buscadores de
certezas absolutas en general. Hablamos de la subdeterminación de las
teorías. Será nuestra parte IV.
César Tomé López, El experimento crucial que nunca existió, Cuaderno de Cultura Científica, 26/11/2013
Referencias
Newton
I. (1671). A Letter of Mr. Isaac Newton, Professor of the Mathematicks
in the University of Cambridge; Containing His New Theory about Light
and Colors: Sent by the Author to the Publisher from Cambridge, Febr. 6.
1671/72; In Order to be Communicated to the R. Society, Philosophical
Transactions of the Royal Society of London, 6 (69-80) 3075-3087. DOI: 10.1098/rstl.1671.0072
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