Juan Carlos Monedero: "l´únic que ens impedeix comprar-ho tot són els diners".
Juan Carlos Monedero |
Con tono apasionado, afirmaciones contundentes y claridad meridiana en
la exposición, el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad
Complutense, Juan Carlos Monedero, ha presentado en la librería Ramón
Llull de Valencia su último libro (un mes en la calle y ya con cuatro
ediciones), Curso urgente de política para gente decente (Ed. Seix
Barral).
Una rápida ojeada a los anaqueles de una librería
comercial permite constatar la tesis de Monedero. Los libros de
autoayuda causan furor. Con títulos muy conocidos y en algunos casos
grandes éxitos en ventas: ¿Quién se ha llevado mi queso?; El monje
que vendió su Ferrari; Tus zonas erróneas, los textos de Osho…Son
libros, afirma el politólogo, “que apelan a que te solventes los
problemas de modo individual”. Desarman para la lucha colectiva. Por el
contrario, en el Curso urgente de política para gente decente se
presenta la política como “autoayuda colectiva”, como “búsqueda de los
elementos y espacios donde nos encontramos para resolver nuestros
problemas”.
“Nos meten sus valores en la cabeza”, sentencia
Juan Carlos Monedero. El audiovisual es una herramienta básica para este
fin. Explica el docente que en los documentales de National Geographic
“el pez grande siempre se come al chico”. En el “Rey León” (“un
disparate de principio a fin”, acota), el monarca lo es por origen
divino, por un rayo de sol que le unge al comienzo del filme. En esta
película animada de 1993, connotativa y repleta de sugerencias, los
animales no se mezclan y el rey “malo” puede fácilmente identificarse
con Jomeini (en 1991 implosionó la URSS y Estados Unidos se ocupa en
construir a su enemigo). En otro filme de la factoría Disney, “Aladdin”,
a los árabes se les presenta como a “tontos” y “homosexuales”. En
“Forrest Gump”, afirma Monedero, “cuanto más tonto eres, mejor; y si
tienes problemas, huye”. Además, “la novia del protagonista, una
activista contra la guerra del Vietnam, muere como consecuencia de un
virus destructivo”.
¿Cuáles son los efectos del ruido ambiental
y la inoculación de valores tóxicos? Lo resume una frase de Ortega y
Gasset de los años 30 del pasado siglo: “Lo que nos pasa es que no
sabemos lo que nos pasa”. Y así, “nos la cuelan constantemente”,
zanja Monedero. De hecho, Rajoy cuenta que mejora la economía y hay
gente que lo cree e interioriza estas afirmaciones, a pesar que hace
cinco años el estado español disponía de un superávit de 21.000 millones
de euros y actualmente el déficit público supera los 100.000 millones
de euros. Eso, sin contar con el fabuloso trasvase de rentas que se está
produciendo, y que muchos ciudadanos tampoco perciben.
En esta
coyuntura, “lo que más me preocupa es que se está modificando el
contrato social en Europa”, subraya el autor de La transición contada a
nuestros padres, El gobierno de las palabras, ¡Que no nos
representan! (con Pablo Iglesias) y A la izquierda de lo posible
(conversaciones con Julio Anguita). Así, corren serio peligro los
derechos que impusieron los vencedores de la segunda guerra mundial en
Europa a la derecha fascista/colaboracionista, y que se plasmaron en
diferentes textos constitucionales: Francia (1946); Italia (1948) y
Alemania (Ley Fundamental de Bonn de 1949). La Constitución española de
1978 imitó posteriormente el articulado de estas constituciones.
En el ámbito doméstico, se manifiesta la hegemonía de lo que Monedero
llama “política zombi”. Estos entes nos resultan inquietantes por varias
razones: se asemejan mucho al ser humano; parece que están vivos pero
realmente son muertos; con un pequeño mordisco te convierten en uno de
los suyos; son seres obscenos, con las tripas fuera y, además, se trata
de personajes lentos, torpes y brutos, pero que siempre permanecen
juntos y actúan de modo perseverante. “Igual que los políticos”, ironiza
Monedero. Pueden inscribirse en esta categoría Juan Carlos I, cuando
afirma, tras la cacería de elefantes en Bostuana, “lo siento mucho, me
he equivocado y no volverá a ocurrir”; Rajoy, al señalar que “he
incumplido mi programa electoral, pero he hecho lo que tenía que hacer”;
o Rubalcaba, en la Conferencia Política del PSOE: “Hemos vuelto”.
“Pero el gran problema es que nos han mordido y, en consecuencia, los
ciudadanos también somos zombis”. Puede que ello no resulte fácil de
advertir para el común de los ciudadanos. Pero el hecho de que nos hayan
convertido en estos extraños seres y que, sobre todo, “el miedo no haya
cambiado de bando”, conduce a lamentables situaciones. Como que
Esperanza Aguirre pueda “vender” que personalmente ha destapado la red
corrupta Gürtel; que Bárcenas pueda salir indemne de los escándalos de
corrupción; que la alcaldesa de Madrid arguya, ante la huelga de
recogida de basuras, que los servicios están externalizados, y que se
trata de un conflicto entre sindicatos y trabajadores; que una empresa
sortee en la cesta de navidad un puesto de trabajo; o que mediante
anuncios se requieran en Murcia licenciados para repartir bollería por
400 euros.
Pero, argumenta Monedero, “si para algo sirve la Ciencia
Política es para desvelar lo que a golpe de vista no se aprecia”. “Nos
mordieron los zombis y el sentido común neoliberal pasó a formar parte
de todos nosotros”. Aunque realmente seamos animales sociales, señala el
politólogo, “nos han metido en la cabeza el individualismo, la guerra
de todos contra todos”. En la manipulación de las conciencias, la
construcción de un sentido común funcional al sistema y la difusión de
valores perniciosos para el ser humano, desempeñan un rol esencial las
palabras. Algo parecido revelaba Unamuno cuando le preguntaban si creía
en la existencia de Dios. El escritor respondía a su interlocutor
instándole a que definiera antes las palabras “creer”, “existencia” y
“Dios”. Es decir, concluye Monedero, “las palabras definen realidades”.
No resulta baladí, por ejemplo, que tras un siglo de sindicalismo,
huelgas y barricadas para que la clase obrera no se confundiera con una
mercancía, los sindicatos acepten hoy la expresión “mercado de trabajo”.
Según el politólogo, “hoy es decisiva la lucha por las palabras y
la pelea por los conceptos”. ¿Qué es el neoliberalismo? En términos
generales, hace referencia al individualismo (frente al sentido de lo
colectivo) y a la competitividad (frente a la cooperación). ¿Cómo se
introdujeron los valores neoliberales en la cabeza de los ciudadanos? Se
trata de una pregunta capital. Si no se identifican las causas y las
vías de penetración, es muy difícil luchar contra el neoliberalismo,
subraya el docente. Primeramente, el neoliberalismo se hizo omnipotente a
través de la mercantilización del mundo. Vivienda, alimentación,
afecto, ocio, estudios… “En ningún otro momento de la historia ha habido
tantas cosas como hoy convertidas en mercancía”. Además, “el problema
es que todos somos rehenes de un pecado de omnipotencia; lo único que
impide tenerlo todo (ser Dios) es el dinero; si de este modo piensa una
persona, sufre una patología; si este pensamiento se ha generalizado, la
sociedad entera ha enloquecido”. Es más, si en el siglo XIX la
ciudadanía se materializaba mediante el trabajo y en el siglo XX a
través del consumo, en el siglo XXI lo hace por medio del deseo de
consumir.
Otro canal por el que se impone el neoliberalismo es la precarización laboral. “Da igual lo que hagamos para ser empleables,
la cuestión es que no llegamos”. Másters sin fin, idiomas, segundas y
terceras carreras, cursos en el extranjero, operaciones para mejorar la
estética… “Y todo, para que nos exploten después”, afirma el politólogo.
“Por primera vez en la historia el desarrollo tecnológico no genera
empleo; la realidad inapelable es que no hay trabajo para todos”. Al
hilo de una de las reflexiones de Marx (afirmaba que cada crisis del
capitalismo deja un margen cada vez más estrecho de respuesta), Monedero
se muestra partidario del reparto del trabajo y de una renta básica
universal. Pero en el estado español se camina por la senda opuesta:
alargamiento de las jornadas laborales y retraso de la edad de
jubilación.
El tercer conducto por el que se expansiona el
neoliberalismo (y contagia el cerebro de los ciudadanos) es la
“desconexión”. Ésta se produce, en primer lugar, destaca Monedero,
“porque vivimos en ciudades” (el alimento, agua y energía que consume el
ciudadano urbanita procede del exterior). La tecnología también nos
“desconecta”, pues la gente vive de manera cada vez más aislada (las
sociedades más desarrolladas baten registros en el consumo de
ansiolíticos). Otro elemento de “desconexión” responde a que los
ciudadanos han entregado cada vez más a “intermediarios” (por ejemplo a
la iglesia) factores neurálgicos de la existencia. Así, “nos quedamos
sin trascendencia, anclados al presente y sin poder construir puentes
con el futuro ni dar sentido a la vida”. Para rematar, “hemos entregado
la política a los políticos, por lo que estamos muy solos; los partidos
no cambiarán mientras no cambiemos nosotros”.
El negro mural
que pinta el profesor Monedero no resulta fácil de combatir. Entre otras
razones, porque no existe un enemigo único, un poder plano, omnímodo y
de una sola cara al que oponer resistencia. Al contrario, predomina la
fragmentación (en el poder, pero también en el trabajo, la familia, el
conocimiento). Ante ese panorama, “lo más importante no es saber lo que
queremos sino lo que no queremos”. Y, “tesela a tesela, sin prisas,
construir el mosaico” de otra sociedad. “Despacito y buena letra, que el
hacer las cosas bien importa más que el hacerlas”, decía Antonio
Machado. Si no, afirma Juan Carlos Monedero, “podemos caer en la trampa
de gente que nos viene con discursos del pasado, o incurrir en la
melancolía”. “Hagamos cada uno, simplemente, nuestra pequeña parte”.
Quizá uno de los grandes enemigos para el cambio sea el miedo. Porque
paraliza, aísla y deja totalmente la iniciativa en manos del enemigo. El
neoliberalismo ha instaurado el régimen del miedo. Según Monedero,
“tenemos miedo a no ser suficientemente buenos para que otros nos
escojan; pero también a escoger a los demás y, sobre todo, sentimos un
profundo miedo en nuestra soledad”. En el ámbito laboral y en la vida
ocurre más o menos lo mismo: “siempre autoexplotándote, con la
obligación de ser empresario de uno mismo; vivir y gestionar tu tiempo
como un empresario en competencia con los demás”.
En el reino
del miedo, gana la derecha, sentencia Juan Carlos Monedero (funcionan
con la parte primitiva, con la amígdala; dan valor al monólogo, al
fragmento, a lo propio y exclusivo). Además, se bastan con “cosas muy
sencillas y salvadoras, por ejemplo, otorgarle un mérito a ser de aquí”.
Por el contrario, la izquierda funciona más bien con el neocórtex.
Remite a la esperanza, a la parte más humana, a la construcción en grupo
y al diálogo. Pero en un contexto de capitalismo en crisis surge
indefectiblemente la extrema derecha, que –advierte Monedero- “critica
siempre los excesos del sistema pero nunca el sistema en sí”. De hecho,
“el fascismo es funcional al sistema capitalista”.
¿Cuál
debería ser la actitud personal y colectiva para no caer en la
resignación? En los años 30 del pasado siglo, Gramsci decía que al
pesimismo de la inteligencia se le tenía que oponer el optimismo de la
voluntad, por dos razones. El sentido común en las sociedades
capitalistas es neoliberal (“ellos controlan universidades, medios de
comunicación, tradiciones, memoria, dinero, etcétera”, recuerda
Monedero); y el capitalismo en crisis ha sido históricamente brutal. Por
eso, recuerda el docente, “hemos de ser pesimistas esperanzados, pues
sin esperanza ya nos han derrotado y porque también nosotros ganamos
batallas, como la huelga de barrenderos en Madrid o la eclosión del
15-M”.
Otra tarea urgente es responder a la pregunta de por qué
la gente obedece. Por qué se produce la servidumbre voluntaria.
Contestar a esta cuestión implica desenmascarar al enemigo y
“deconstruir” el aprendizaje de valores y actitudes neoliberales.
Desmontar teorías que explican el comportamiento humano a partir de la
“elección racional” (en economía) y la tendencia de todo individuo a
maximizar sus preferencias.
Porque, si fuera así, explica Monedero, “no
habría diferencias entre un héroe y un canalla; tampoco se explica cómo
se han construido esas preferencias; se omiten también otras pautas que
explican comportamientos, como el reconocimiento que recibe la persona
por parte de su entorno; o el posicionamiento individual respecto a
valores como la verdad, la belleza y la bondad”. A fin de cuentas,
concluye Monedero, “al ser humano le nace de modo natural ser solidario y
ayudar a los demás; ayudamos a otra persona y nos sentimos bien; de
hecho, somos seres sociales”. Aunque el neoliberalismo nos haya
introyectado el virus egoísta.
Enric Llopis, "Nos mordieron los zombis e interiorizamos el sentido común neoliberal" (Juan Carlos Monedero), Rebelión, 22/11/2013
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