Diccionari Spinoza: appetitus
Si bien Spinoza usa frecuentemente el término apetito (appetitus) en su sentido ordinario de ‘querer’ o ‘desear’, es en la Ética donde le concede un significado más específico:
Este esfuerzo, cuando se refiere al alma sola, se llama voluntad, pero cuando se refiere a la vez al alma y al cuerpo, se denomina apetito […] Además, entre el apetito y el deseo no hay ninguna diferencia, sino que el deseo se refiere generalmente a los hombres en cuanto son conscientes de su apetito […] El deseo es el apetito con conciencia de él. (E3p9e)
Spinoza entiende que
la voluntad y el deseo no son sólo afecciones mentales, sino que siempre tienen
su correlato corporal, físico, y reflejan el esfuerzo esencial del individuo.
Cada cosa singular persevera en su ser, y ese esfuerzo (conatus) es la esencia actual de la cosa:
Cada cosa se esfuerza, cuanto está en ella, por perseverar en su ser. (E3p6)
El esfuerzo con que cada cosa se esfuerza por perseverar en su ser, no es nada aparte de la esencia actual de la cosa misma. (E3p7)
Este esfuerzo se
manifiesta en sí como un deseo por conservar su ser y por realizar aquello que promueve
la perseverancia en su ser. Si este conatus
se refiere a la mente sola, se le llama voluntad; si se refiere a la mente y el
cuerpo como una entidad compuesta, se le llama apetito. En la medida que el
individuo es consciente de su apetito, se llama deseo. No son tres cosas
diferentes, sino tres modos diferentes de expresarse el esfuerzo fundamental
del individuo por perseverar en su ser.
Para Spinoza, los
deseos humanos son las expresiones del conatus
fundamental, de donde usa el término apetito para explicar la acción humana orientada
en lograr su fin. Spinoza evita los problemas de la explicación teleológica
para enfocarse no en el fin como causa final, sino en el apetito como causa
eficiente de la realización del fin –Por
el fin a causa del cual hacemos algo, entiendo el apetito. (E4d7)
El deseo es la
potencia o el esfuerzo en sí cuyas transiciones o manifestaciones constituyen
propiamente los afectos básicos --alegría y tristeza. Los afectos son
generalmente especies del deseo en tanto éstos aumentan o disminuyen la
potencia de obrar del individuo.
Todos los afectos se refieren al deseo, a la alegría o a la tristeza […] Pero el deseo es la naturaleza misma o la esencia de cada cual; luego, el deseo de cada individuo se diferencia tanto del deseo de otro, cuanto la naturaleza o la esencia del uno difiere de la esencia del otro. Además, la alegría y la tristeza son pasiones por las cuales es aumentada o disminuida, favorecida o reprimida la potencia o el esfuerzo de cada cual para perseverar en su ser. (E3p57dem)
La teoría de los
afectos de Spinoza invierte la relación convencional entre el juicio de valor y
el deseo. El deseo parecería seguir al juicio, pero Spinoza insiste en que no
nos esforzamos o deseamos algo porque hemos juzgado que es bueno, sino lo
juzgamos bueno porque lo deseamos, y lo deseamos porque nos afecta de una
manera positiva --no nos esforzamos por
nada, ni lo queremos, apetecemos ni deseamos porque juzguemos que es bueno,
sino que, por el contrario, juzgamos que algo es bueno porque nos esforzamos
por ello, lo queremos, apetecemos y deseamos. (E3p9e)
En suma, un individuo
singular actúa en la medida en que sus expresiones se siguen de su potencia innata
(conatus) y su esfuerzo intrínseco se
orienta en perseverar en su existencia ante los efectos producidos por las cosas
externas –El deseo es la esencia misma
del hombre en cuanto es concebida como determinada a obrar algo por una
afección cualquiera dada en ella. (E3defafec1)
Alfredo Lucero-Montaño, Appetitus; Spinozianas: filosofía y política, 14/11/2013
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