Entre la tradició de Parmènides i la tradició d'Heràclit.




Epistéme del todo (de la totalidad). Pero ¿a qué remite esta idea de la epistéme del todo? En este punto nos encontramos en pleno caos, en pleno abismo, puesto que la idea de la epistéme del todo contradice lo que es, sin embargo, una tesis central de Platón y que representa el resto griego en él, que se admite en el Timeo y reaparece en el Político a propósito de esta historia de la ley, universal abstracto, y de lo concreto. Vale decir, la idea de que hay una materia ineliminable, llamada chóra en el Timeo, el aeî ginímenon, lo que deviene eternamente, lo siempre deviniente, el ápeiron en el Filebo o el  no-ser en el Sofista. Es decir, una parte enorme de indeterminación de lo que es, el reconocimiento de ese hecho. Por lo tanto, contradicción entre la epistéme del todo y esta chóra, esta parte incognoscible de la materia. 

No vuelvo al aspecto metafísico, ontológico propiamente dicho del tema, del que ya hemos hablado. Es decir que, en definitiva, los dos elementos ya están presentes desde el origen en el imaginario griego: la idea de un saber total y la idea de una materia en parte rebelde a ese saber, lo cual resultará en dos grandes opciones en la tradición filosófica, ya a partir de los presocráticos. Una de ellas, la opción parmenídea, consistirá en decir: la materia, lo indeterminado, no es. Sólo es lo que es; y lo que es es lo que está íntegramente determinado. Platón retomará esta opción. Debido a lo cual el otro camino, la tradición de Heráclito, Demócrito y los sofistas, quedará más o menos a un lado en toda la historia de la filosofía. Por tanto, Platón como Aristóteles, sin embargo, conservarán aún esa huella griega. En su ontología hay una parte irreductible de materia, es decir, una parte en definitiva incognoscible, que pude ser formada y lo está, por otra parte, por el demiurgo, pero en la medida de lo posible. El demiurgo no creó la materia, simplemente le dio forma (Timeo). Y queda entonces algo de indeterminado o irracional. (L5, págs. 166-167)

Cornelius Castoriadis, Sobre el "Político" de Platón, Editorial Trotta, Madrid 2004

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