Empèdocles: "Sobre la naturalesa".
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1 (2) Y es que angostas son las mañas que por los miembros se extienden
y muchas las vilezas que embotan
las meditaciones.
Tras haber observado en el curso
de sus vidas una parte miserable,
efímeros como el mundo se echan a
volar, arrebatados,
convencidos tan sólo de aquello
que cada uno se encontró
en su vagar de un lado a otro,
aun cuando cada uno se jacta de haberlo descubierto todo.
¡A tal extremo
no son cosas observables ni audibles por los hombres
ni abarcables por su
inteligencia! Así que tú, ya que hasta aquí te has acercado,
sabrás, pero no más de lo que el
mortal entender puede alcanzar.
2 (3) Alejad, pues,
dioses, de mi lengua el extravío de esa gente
y encauzad por mi boca piadosa un
límpido hontanar.
Y a ti, virgen de la memoria
fértil, Musa de albos brazos,
te suplico; lo que es lícito que
oigan los seres de un día,
envíamelo, conduciendo desde las
moradas de la Piedad el carro dócil a la rienda.
3(131) Así pues, si a
instancias de alguno de los seres de un día, Musa inmortal,
tuviste a bien que nuestros
desvelos hollaran tu interés,
asiste ahora, Calíope, a este
suplicante,
en su intento de exponer un
relato cabal sobre los dioses.
4(1) Oyeme tú,
Pausanias, hijo del sabio Anquito,
5(3) Y al menos no
te forzará a alzarte con las flores del reputado honor
que los mortales dan, a costa de
hablar más de lo apropiado
con temeridad, para asentarte así
en las cumbres del saber.
Ea pues, atiende con cada maña de
qué modo es manifiesta cada cosa,
sin tener por más fiable un
sonido que una visión
ni un sonido por mejor que las
penetraciones de la lengua.
De ninguno de los demás miembros
por los que se abre un paso para entender
debes apartar tu confianza, sino
comprender el modo en que es manifiesta cada cosa.
6(4) En los
miserables es costumbre no dar crédito a la autoridad.
Tú en cambio, tal como te
exhortan las garantías de la Musa,
aprende, tras haber desmenuzado
en tu fuero interno mi argumentación.
7(6) Las cuatro
raíces de las cosas todas escucha primero cuáles son:
Zeus
resplandeciente, Hera dispensadora de la vida, así como Aidoneo
y Nestis, que con sus lágrimas
empapa el mortal hontanar.
8(7) Doble es la
historia que voy a contarte. Pues una vez creció para ser uno,
de múltiple que era; otra, por el
contrario, de uno que era se disoció para ser múltiple.
Doble es el nacimiento de los
seres mortales, doble su destrucción;
pues el primero lo genera y lo
destruye la concurrencia de las cosas todas
y el otro, al disociarse éstas de
nuevo, echa a volar, una vez criado.
Y estas transformaciones
incesantes jamás llegan a su fin,
unas veces por Amistad
concurriendo en uno todos ellos;
otras, por el contrario,
separados cada uno por un lado por la inquina del Odio.
De esta forma,
en la medida en que lo uno está habituado a nacer de lo múltiple y en la
medida en que a su vez, al disociarse lo uno, lo múltiple resulta,
en ese sentido nacen y no es
perdurable su existencia.
Mas en la medida en que esos
cambios incesantes jamás llegan a su fin,
en ese sentido son por siempre
inmutables en su ciclo.
Así que escucha mi relato, pues
el aprendizaje acrecienta el entender.
Como ya dije antes, al declarar
los lindes del relato,
doble es la historia que voy a
contarte. Pues unas veces creció para ser uno,
de múltiple que era, otra, por el
contrario, de uno que era se disoció para ser múltiple:
fuego, agua, tierra y la enorme
altura del aire
y, a parte de ellos, Odio
pernicioso, por doquier igualado, mas entre ellos la Amistad, igual en
extensión y en anchura que él.
Obsérvalo con tu entender; que el
asombro no se asiente en tu mirada.
Esta también se considera innata
en los miembros mortales,
con ella se conciben amistosos
pensamientos y realizan acciones concordes
y le dan el sobrenombre de
Alegría o Afrodita.
En su ir y
venir entre los otros, jamás la vio
mortal alguno, pero tú atiende al
curso no engañoso de mi argumentación.
Todos ellos son iguales y tienen
la misma edad,
mas cada uno ostenta un rango
diferente; diverso es el carácter de cada uno.
Por cursos prevalecen en el curso
del tiempo
y fuera de ellos nada nace luego
ni perece,
ya que, si no cesaran de
destruirse, ya no serían,
mientras que al todo ¿qué podría
aumentarlo? ¿y de dónde vendría?
¿Y cómo podrían perecer, si nada
hay vacío entre ellos?
Pues sólo ellos son reales, mas
en su mutuo recorrerse
se tornan una cosa cada vez, sin
dejar de ser ellos mismos.
9 (12) Pues de lo que
no es, es imposible que algo nazca,
y que lo que es perezca,
irrealizable e inaudito,
ya que siempre se hallará, allí
donde uno quiera apoyarse.
10 (13) Nada del
universo está vacío, ni lleno en demasía.
11 (16) Como eran
antes, en efecto siguen siendo y seguirán; y nunca, creo,
de ninguno de los dos ha de
vaciarse el tiempo inagotable.
12 (8) Y otra cosa te
diré: no hay nacimiento en absoluto de ninguno
de los seres mortales, ni tampoco
consumación de la funesta muerte,
sino tan sólo mezcla y
disociación de lo mezclado
es lo que hay, y “nacimiento” es
un nombre que los hombres le dan.
13 (9) Y cuando éstos,
una vez mezclados en aspecto humano vienen a dar al éter
-o en el
aspecto de las fieras montaraces o en el de los arbustos
o acaso en el de los pájaros-
entonces afirman que es “nacer”,
mas cuando se separan, que es
“muerte malhadada”.
De este modo es norma que los
llamen. Y a la costumbre me acomodo también yo.
14 (21) Vamos pues,
observa como prueba de las charlas del principio lo siguiente
-por si en lo que precede le
faltó a la forma algo de madera-;
el sol, a la vista luminoso y
ardiente por doquier,
y cuantos cuerpos inmortales se
bañan en calor y luz radiante;
así mismo la lluvia, en todas
partes lóbrega y helada,
mientras que de la tierra
despunta lo arraigado y sólido.
En el Odio cada cosa es diferente
y va por separado,
en cambio en la Amistad caminan
juntos y son mutuamente deseados.
De ellos todo cuanto fue y cuanto
es y ha de ser luego
nació: árboles, varones y
mujeres,
fieras, pájaros y peces de
acuática crianza,
y dioses sempiternos, excelsos
por las honras que reciben.
Ellos son los únicos reales, pero
en su mutuo recorrerse
se tornan en cambiantes formas,
pues la mezcla los hace variar.
15 (23) Como cuando
colorean tablas votivas los pintores,
hombres muy versados en su oficio
por su inteligencia,
y cuando toman en sus manos
tinturas de múltiples colores
y, tras mezclarlas en justa
proporción -más de la una, menos de la otra-,
obtienen de ellas formas
semejantes a las cosas todas,
configurando árboles, varones y
mujeres,
fieras, pájaros y peces de
acuática crianza,
y dioses sempiternos, excelsos
por las honras que reciben,
de igual modo, que no triunfe
sobre tu mente la mentira que hay en otra parte
un venero de los seres mortales
que, innúmeros, se manifiestan.
Tenlo con toda claridad presente,
pues de origen divino es el relato que has oído.
16 (26) Por turnos
prevalecen en el curso del ciclo,
se amenguan mutuamente y se
acrecientan por turno prefijado,
pues sólo ellos son reales, mas
en su mutuo recorrerse
se tornan hombres y especies de
otros animales.
Unas veces por Amistad
concurriendo en un solo orden del mundo.
otras por el contrario separados
cada uno por su lado por la inquina del Odio,
hasta que, en uno combinados,
acabe por surgir en lo profundo del todo.
De esta forma,
en la medida en que lo uno está habituado a nacer de lo múltiple
y en la medida en que, a su vez,
al, disociarse lo uno, lo múltiple resulta,
10 en ese sentido
nacen y no es perdurable su existencia.
Mas en la medida en que estos
cambios incesantes jamás llegan a su fin,
en ese sentido son por siempre
inmutables en su ciclo.
17 (15) Y es que,
incluso por dos veces, es bueno decir lo que es preciso.
18 (24) ...haciendo que
un punto capital con otro enlace,
para que en mi discurso no se
agote un punto tan solo.
19 (27) Allí ni del
sol se discierne la espléndida figura
ni el vigor velludo de la tierra,
ni la mar.
20 (29-28) Pues no se
agitan dos ramas desde un tronco,
ni pies, ni ágiles rodillas, ni
órganos reproductores,
sino igual por todas partes a sí
mismo y por doquier ilimitado,
es un solo esfero, ufano por la
inmovilidad que lo circunda.
23 (30) Mas cuando
crece Odio, grande, en sus miembros,
y se levanta hacia las honras, al
cumplírsele el tiempo
que les fuera por turnos asignado
por prolijo pacto...
24 (31)
pues todos los miembros del dios, uno por uno, se veían estremecidos.
25 (22) Y es que avenidos se hallan todos
ellos
-el radiante, la tierra, cielo y
mar-
con las partes que de ellos
separadas se configuraron en mortales.
De igual modo, cuantos mejor
dotados están para la mezcla
se aman mutuamente, pues Afrodita
los hace semejantes.
Los más hostiles son los que más
difieren uno del otro,
en raza, en mezcla y en la forma
en que se hallan modelados,
de modo que por doquier se hacen
extraños entre sí, muy apenados
de ser criaturas de la inquina,
pues fueron generados por el Odio.
26 (20) Ello se hace
manifiesto en el volumen de los mortales miembros;
pues a veces por amistad se aúnan
todos
los miembros que conforman algún
cuerpo, en la cima de la vida floreciente,
otras, por el contrario,
desgarrados por malévolas Discordias,
vagan errantes, cada uno por su
lado, por la rompiente de la vida.
Y de igual modo ocurre con las
plantas y los peces de acuáticas moradas,
las fieras que del monte hacen su
cama y las aves de alado movimiento.
27 (38) Vamos, pues,
primero, te diré (...)
de los que se hicieron evidentes
cuántas cosas ahora vemos:
la tierra, el encrespado ponto, a
más de l aire húmedo,
así como el Titán del éter, que
todo lo abarca con su cerco.
28 (51) con ligereza
por la chimenea (sale el humo).
29 (53) (el aire) en su curso,
unas veces se dio el caso de encontrarse de este modo, muchas de (otro)
30 (54) (el éter) con grandes
raíces en la tierra se sumía.
31 (37) su propio
cuerpo hace crecer la tierra, y el éter, éter.
32 (52) Múltiples
fuegos arden bajo el suelo.
33 (39) Si infinitos
fueran en verdad las profundidades de la tierra y éter el anchuroso como en la
lengua de muchos circula falsamente,
proferido por las bocas de
aquellos que del todo ven bien poca cosa.
34 (40) el penetrante
sol y la luna benigna
35 (41) pero él, una
vez concentrado, gira en torno del enorme cielo.
36 (44) Se refleja en
el Olimpo con intrépido semblante.
37 (47) Contempla
frente a ella el sacro orbe de su soberano.
38 (43) Como el rayo,
tras haber incidido sobre el ancho orbe lunar.
39 (45) redonda, gira
en torno de la tierra, luz ajena.
40 (46) Como la rodada
de un carruaje, gira ella en torno del extremo.
41 (42) ...disipó sus
rayos
sobre ella desde arriba y
ensombreció una parte de la tierra
tan grande como el ancho de la
ojizarca luna.
42 (48) y es la tierra
la que trae la noche al situarse bajo los resplandores.
43 (49) de la noche
desolada y si vista
44 (50) Iris trae de la
mar un viento o un enorme aguacero.
45 (56) La sal
cristalizó, impulsada por los embates del sol.
46 (56) sudor de la
tierra, el mar
47 (35) Mas yo voy a
tomar de regreso por la senda de los cantos
que recité al principio, tras
sacar una razón del canal de otra razón,
y es ésta: cuando Odio llega a lo
más hondo del abismo
del torbellino, y Amistad alcance
el vórtice en su centro,
de seguro que allí se reúnen
todos para ser uno solo,
no de improviso, sino unidos por
un gusto, cada uno de una parte,
y como resultado de su
unión se difunden innúmeras estirpes de mortales.
Mas otros muchos permanecen sin
mezclarse, aparte de los que estaban confundiéndose:
son aquellos a los que, desde lo
alto, aún detiene Odio, pues no está aún irreprochablemente
consumando su
retiro a los confines últimos de la orbe,
sino que en los miembros de éste
partes suyas permanecen, partes se han marchado de ellos.
Y cuanto más
terreno va cediendo sin cesar, tanto más va llegando sin cesar
el benévolo flujo inmortal de
Amistad irreprochable.
Al punto tornan a nacer como
mortales los que antes aprendieron a ser inmortales,
y a mezclarse lo que antes era
puro, invertidos sus cambios.
Y como
resultado de su unión se difunden innumeradas estirpes de mortales
ajustadas en todas clases de
formas, maravilla de ver.
48 (96) Y a la tierra
placentera, en sus crisoles de amplio pecho
dos partes de las ocho del
resplandor de Nestis le tocaron,
y cuatro de Hefesto. Y resultaron
blancos los huesos,
de maravilla ensamblados por
ligaduras de Harmonía.
49 (34) tras haber
ligado harina y agua...
50 (57) Allí germinaron
múltiples cabezas desprovistas de cuello
y desnudos vagaron brazos faltos
de hombros
y ojos que iban errantes, mendigos
de frentes.
51 (59) Mas a medida
que lo divino se unía más y más con lo divino,
los demás iban encontrándose
donde cada uno se topaba con el otro
á más de los muchos que junto a
ellos sin cesar fueron naciendo.
52 (61) Multitud de
seres bifrontes y con doble pecho iban naciendo,
criaturas vacunas con humano
rostro y viceversa,
humanas criaturas con cabezas
vacunas, otras con mezclas de unas partes de varón
y otras de mujer, provistos de
miembros sombríos.
53(62) Y ahora, con
respecto a los varones y a las mujeres plañideras,
cómo hizo nacer a sus vástagos
nocturnos el fuego al separarse
óyemelo decir: pues mi relato no
es desatinado ni ignorante.
Crecidos por
completo iban surgiendo de la tierra, lo primero, figuras
poseedoras de la parte debida de
agua y de calor;
era el fuego quien iba
haciéndolas brotar, deseoso de alcanzar a su semejante.
No mostraban todavía el grácil
porte de unos miembros
ni voz, ni el habla
peculiar del hombre.
54 (64) Y le viene
asimismo el deseo...
55 (66) Los hendidos
prados de Afrodita
56 (63) En dos se
divide en efecto la hechura de los miembros,
una parte en el cuerpo de los
hombres (otra en el de las mujeres).
57 (65) En las zonas
puras se vertieron; unos a mujeres dan lugar,
al encontrarse con el frío.
58 (67) En su
parte más caliente, son varones los que le vientre engendra,
por ello son morenos y de
miembros más robustos los varones
y también más velludos.
59 (68) Al octavo mes,
en el décimo día se vuelve blanco pus.
60 (71) Por si tu
convicción sobre tales asuntos resultara falta de madera,
cómo de agua, tierra, éter y sol
al combinarse
surgieron formas y colores de los
mortales seres
que ahora surgen, conformados por
Afrodita.
61 (33) Como cuando el
cuajo traba la blanca leche con remaches y ataduras.
62 (73) Cipris,
entonces, una vez que hubo empapado tierra en lluvia,
entregó al raudo fuego, para
fortalecerlas, las formas que con afán iba modelando.
63 (72) Y cómo también
los grandes árboles y los marinos peces
64 (77-78) Crecieron
árboles siempre verdes y de perenne fruto
con prodigalidad de frutos todo
el año, gracias al aire.
65 (79) Y así los
grandes árboles ponen primero sus huevos de olivo.
66 (80) Por eso son
tardías las granadas y muy suculentas las manzanas.
67 (81) El vino es
agua del pellejo fermentada en madera.
68 (74) Guía de la
muchedumbre de prolíficos peces, ignorante del canto.
69 (76) Eso se da en
las conchas de apesantado lomo pobladoras del mar.
Y así en las caracolas y en las
tortugas de piel como la piedra
Verás cómo la tierra mora en lo
más alto de sus cuerpos.
70 (75) Los que, de
entre ellos, tienen formado lo de dentro consistente, lo de fuera flojo,
por haber logrado tal suerte de
blandura por las manos de Cipris.
71 (82) Vienen a ser
la misma cosa cabellos, hojas, tupidas alas de aves
y escamas sobre miembros
vigorosos.
72 (83) En cambio, los
erizos
puntiagudas cerdas se les erizan
en sus lomos.
73 (89) Hay efluvios
de todo cuanto existe.
74 (91) (El agua)
con el vino es más afín, pero con el aceite
no quiere serlo.
75 (90) De este modo
lo dulce de lo dulce se adueñó, lo amargo saltó sobre lo amargo,
lo agrio hacia lo agrio se abocó,
y lo caliente cabalgó a lo caliente.
76 (93) Con el lino se
combina el centelleo del brillante azafrán.
77-78 (109-107) Con tierra,
pues, vemos la tierra, con agua el agua,
con éter el éter venerable, y con
fuego, el fuego destructor;
asimismo el amor lo vemos con
amor y la discordia con discordia miserable,
y es que todo se conforma por el
ajuste de estas cosas;
con ellas piensan, se gozan y
padecen.
79 (106) Pues crece con
lo que tiene ante sí la inteligencia de los hombres.
80 (108) Y en la medida
en que se tornan de diversa hechura, en cada caso le es dado concebir
pensamientos diferentes.
81 (103) Así, por deseo
de la fortuna, todas las cosas son capaces de pensar.
82 (104) Y en la medida
en que las cosas más sutiles coincidieron en caer
83 (98)Y la tierra en
cuantía casi igual coincidió con aquellos,
con Hefesto, con la lluvia y con
el éter relumbrante,
anclada en los perfectos
fondeaderos de Cipris,
bien un poco más, bien menos
donde más había.
De ellos surgieron la sangre y
las formas de diferente carne.
84 (85) Y la llama
propicia consiguió por azar una parte pequeña de tierra.
85 (86) Con ellos conformó Afrodita los incansables ojos.
86 (87) Una vez que
Afrodita los dotó con remaches de afecto.
87 (95) Cuando a lo
primero en manos de Cipris se hicieron a la vez.
88 (84) Como cuando
alguien piensa ponerse en camino se provee de una lámpara,
resplandor de ardiente fuego en
noche borrascosa,
tras haberle acoplado linternas,
a prueba de vendavales,
que dispersan el soplo de los
vientos que sobre ella se abaten,
mientras que la luz salta fuera
de ellas en tanto, que es más fina,
y refulge por el umbral con
indomables rayos,
así también antaño, encerrado en
las membranas, el fuego primigenio
dio origen a la redonda niña, con
delicados tejidos,
que se hallan de parte a parte
atravesados por maravillosos conductos.
Estos la protegen de la
profundidad del agua que corre en redor suyo,
pero el fuego pasa a su través,
en tanto que es más fino.
89 (88) Una sola
resulta de ambos la visión.
90 (94) En el fondo de
un río surge de la forma el color negro
que también puede verse en las
grutas cavernosas.
91 (100)Y así es como
todos inspiran y espiran. Hay en todos, escasos de sangre,
unos tubos de carne que se
extienden por el confín del cuerpo.
Sobre sus bocas se encuentra,
horadad por apretados orificios,
La superficie
más externa de la piel, de parte a parte, de suerte que a la sangre
la guardan, más al éter le queda
vía libre abierta para el paso.
Así que, cuando la tierna sangre
se retira,
irrumpe el éter borbotando en
furiosa oleada,
mas cuando salta aquella hacia
arriba, el animal espira. Lo mismo que una niña
que con una pipeta de broce
refulgente está jugando:
cuando, con la boca del tubo
puesta sobre su grácil mano,
la baña en el tierno cuerpo del
agua que luce como plata,
en la vasija no penetra lluvia
alguna, sino que se lo impide
la masa de aire que se abate
desde dentro sobre los apretados orificios,
hasta que abre ella la tapa a la
apretada corriente. Y es entonces
cuando penetra, al flanquear el
aire, agua en la debida cantidad.
De igual modo, cuando ocupa las
entrañas del bronce,
Y el cuerpo mortal sirve de dique
a la boca o al paso,
El éter exterior, ansioso por
entrar, mantiene la lluvia constreñida
Junto a las puertas del disonante
colador, dueño de la superficie,
hasta que
afloja ella su mano. Y es entonces, al contrario que antes,
con la invasión del aire, cuando
el agua se escabulle en la debida cantidad.
Del mismo modo,
cuando la tierna sangre se agita por los miembros
se bate en retirada hacia sus
escondrijos,
al punto la corriente del éter se
bate embravecida en oleada,
mas cuando aquella salta hacia
arriba, hay otra vez espiración en cantidad igual.
92 (101) que rastrean
con sus hocicos los residuos de miembros de fieras
que de sus pesuñas habían ido
dejando sobre la hierba tierna.
93 (102) De este modo
están las cosas todas dotadas de hálito y de olores.
94 (105) que se nutre
de mares de la sangre que corre en opuestas direcciones.
Allí se asienta en mayor grado lo
que los hombres suelen llamar entendimiento
-porque el entendimiento es en
los hombres la sangre de en torno al corazón-.
95 (132)Dichoso el que
logró un tesoro de pensamientos divinos,
e infortunado aquel a quien tan
sólo le interesa una oscura opinión sobre los dioses.
96 (134) No es factible
acercarlo a nuestros ojos
ni tomarlo en nuestras manos
–allí donde es más ancha
la vía de la persuasión que
desemboca en la inteligencia de los hombres.
97 (134)Y es que ni a
sus miembros los corona una cabeza humana
ni se alzan dos ramas de su
espalda,
ni tiene pies, ni tiene rodillas,
ni peludas vergüenzas,
sino que es sólo augusta,
indescriptible inteligencia
que recorre el universo todo con
pensamientos raudos.
98 (27a) No hay
discordia ni lucha fatal entre sus miembros.
99 (129 Había entre
ellos un varón de saber poco corriente,
que había logrado un inmenso
caudal de pensamientos
y poseía el máximo dominio de los
más varios conocimientos prácticos,
pus cuando desplegaba sus
pensamientos todos,fácilmente alcanzaba su mirada todas de cuantas cosas hay
en diez o incluso en veinte
generaciones de hombres.
100 (110)
Pues si las fijas bajo tus densos pensamientos
y benévolamente las observas con
solicitud inmaculada,
todas ellas te asistirán la vida
entera
y otras muchas obtendrás gracias
a ellas, pues hacen crecer
a cada una en el carácter, según
la hechura de cada una.
Mas si tú anhelas otras cosas de
las que entre los hombres
hay a millares, vilezas que
embotan las meditaciones,
ten a seguro que a prisa te
abandonarán con el curso del tiempo,
porque añoran retornar al origen
que les es propio.
Ten pues presente que todas las
cosas poseen inteligencia y la debida parte de cordura.
101 (111)Cuantos
remedios hay contra los males y un refugio contra la vejez
vas a aprenderlos, pues sólo para
ti daré término a todo esto.
Harás cesar la
furia de los vientos incansables que por cima de la tierra
Se abaten y arruinan con sus
soplos los sembrados.
Y a tu vez, si lo deseas, suscitarás
compensadoras brisas
y dispondrás tras la lúgubre
lluvia un tiempo seco bienvenido
para los hombres, y dispondrás
también, después de la sequía veraniega,
fluidos que moran en el éter,
alimento de árboles,
y sacarás del Hades el vigor de
un varón fallecido.
Traducción del griego de Alberto
Bernabé
en Filósofos
presocráticos
Madrid, Alianza Editorial, 1988
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