Entre el ser i el voler ser.
Desde muy temprano uno aprende a distinguir en la vida real la enorme diferencia que hay entre lo que alguien dice ser y lo que de verdad es. Luego, llega a la conclusión de que la mejor manera de conocer a alguien no es leer sus entrevistas o sus biografías o lo que su madre dice de él, sino asistir a sus acciones. Pues la vida de ficción funciona de manera idéntica. Todos los elementos decorativos de un personaje, desde los adjetivos hasta las frases grandilocuentes, desde los elementos biográficos hasta su inmersión en los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad, carecen de la relevancia de un minúsculo detalle. Un buen personaje de ficción se convierte en gigante por la acción más discreta contada sutilmente. Es más relevante ver a un personaje hacerse doble nudo con el cordón del zapato que escucharle declarar la independencia de su patria. Es como ese momento en El verdugo donde la hija quiere comprarle una camisa al marido y se vuelve hacia su padre para preguntarle la talla de cuello y el viejo verdugo, acostumbrado al manejo de cuellos en el garrote vil, le da una respuesta precisa y contundente, y todo sucede con la máxima normalidad y una enorme discreción.
David Trueba, Noticias del mundo real, Babelia. El País, 07/11/2009
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