Placeres.


Es tan falaz comparar al gastrónomo con el tragón, que devora cualquier alimento y arrastra quintales de grasa por su falta de templanza, como comparar a una mujer saludablemente lúbrica con una ninfómana que se masturba o copula sin pausa, pero nunca logra eyacular.

Sólo es insaciable el pseudo-deseo (...) En cambio, lejos de ser tiránicamente desmedido, el deseo natural es limitado y discreto, accesible.

Antonio Escohotado, Retrato del libertino, Espasa-Calpe, Madrid 1997

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