Individualització.
Leibniz |
Formularé una pregunta clásica: ¿cabe una
multiplicidad meramente numérica, es decir, sin notas diferenciales que
suponen desigualdad? Remontémonos una vez más a Aristóteles: En el
nivel de las especies la respuesta es negativa, pues referirse a especies supone
precisamente considerar la diferencia cualitativa en el seno de un
género. Hombre y caballo se distinguen en el seno de la animalidad entre
otras cosas porque el primero posee la nota racional, de
la que el segundo carece. Pero Aristóteles sostiene que hay un dominio
en el que en cierto modo hay distinción sin diferenciación cualitativa,
pues para el Estagirita las polaridades cualitativas mediante los cuales
podemos a distinguir a Sócrates de Calias (bajo-alto, feo- guapo,
canoso- cabello negro, etcétera) son contingentes y en consecuencia
carentes de peso ontológico. De ahí su tesis de que no hay ciencia de
los individuos y que la ciencia como determinación de diferencias
esenciales acaba allí dónde conseguimos distinguir a una especie de
otra especie. Esta contingencia de los rasgos diferenciales cualitativos
tratándose no de la especie sino del individuo supone que, a la hora
de referirse a éste, lo único importante es exactamente lo que la
etimología dice: indiviso respecto a sí mismos y dividido respecto a todos los demás (por decirlo en términos de Francisco Suarez) es decir la definición misma de uno. Si hay individuos hay multiplicidad meramente cuantitativa cabría decir respondiendo a la pregunta.
Mas,
¿cual cual sería el soporte de esta pluralidad meramente cuantitativa?
¿Dónde se despliega la discreta pluralidad de los individuos? En el
continuo espacial o temporal sería la primera e inmediata respuesta.
Dos individuos presentes difieren en el espacio, mientras que el
presente Sócrates que se dispone a tomar la cicuta difiere del Sócrates
maestro del joven Platón en el tiempo. Pues bien, Leibniz vendrá al
traste con esta concepción. Lejos de admitir que la diversidad de
posiciones en el espacio y el tiempo basta para distinguir a una
realidad de otra, Leibniz nos invita a considerar la posibilidad de que
sólo se den tiempo y espacio en razón de que las cosas de inmediato se
distinguen por rasgos intrínsecos. O en otros términos: tiempo y espacio
serían la expresión de la diferencia entre las cosas y jamás un marco
previo y subsistente en el cual eventualmente las cosas pudieran venir a
insertarse. Transcribo al respecto un párrafo de los Nouveaux Essais sur l'entendement humain (XXVII).
Un texto de Leibniz.
"Es
necesario que además de la diferencia de tiempo y de lugar haya un
principio de interna distinción, y aunque haya varias cosas de una misma
especie es cierto, sin embargo que no hay cosas absolutamente
similares: así, aunque el tiempo y el lugar (es decir, la relación
exterior) nos sirvan para distinguir cosas que no distinguimos
perfectamente por sí mismas, no por ello las cosas dejan de ser
distinguibles en sí. El criterio de la identidad y la diversidad no
reside pues en el tiempo y el lugar, aunque sea verdad que la diversidad
de las cosas se acompaña de la diversidad de tiempo y lugar que
conllevan impresiones diferentes sobre la cosa. Ello por no decir que
más bien son las cosas las que permiten discernir un lugar o un tiempo
de otro lugar u otro tiempo, pues por ellos mismos son absolutamente
similares, lo cual supone que no son substancias o realidades completas"
En
suma: el tiempo y el espacio no precederían a las cosas. Las cosas no
precederían a sus intrínsecas diferencias. Luego: el tiempo y el espacio
no precederían a la diferencia entre las cosas. Y el texto citado se
completa con un segundo en el que se explicita ya el principio de los
indiscernibles:
"El principio de
individualización se reduce en los individuos al principio de distinción
del que hablaba. Si dos individuos fueran absolutamente similares e
iguales y así (en una palabra) indistinguibles por sí mismos, no habría
principio de individualizació; e incluso me atrevo a decir que en estas
condiciones no habría distinción individual ni individuos diferentes"
Vemos
pues que con Leibniz se da un enorme paso en la vía de la priorización
ontológica de la relación diferencial sobre la entidad per se
de cada cosa. Sin relación diferencial intrínseca no habría especies,
sostenía ya Aristóteles. Sin relación diferencial intrínseca no habría
tampoco individuos, viene a decir Leibniz. Así pues, sin relación
diferencial intrínseca no habría simplemente mundo, puesto que mundo
no es otra cosa que orden, es decir precisamente sistema de relaciones
entre géneros, entre especies, en el seno del género, y entre
individuos en el seno de la especie.
Víctor Gómez Pin, Asuntos metafísicos 75: Prioridad ontológica de la diferencia sobre la prioridad, El Boomeran(g), 02/12/2014
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