La realitat, el coneixement i l'exclusió de l'atzar.

 El mundo que reivindica un realista cabal


 Los físicos que más han subvertido la concepción clásica e ingenua de la naturaleza, el propio John Bell entre ellos, han puesto también en cuestión las bases filosóficas del determinismo. Si el realismo, consiste en afirmar que el mundo físico es independiente, es decir, que se da aun en ausencia de todo observador, el determinismo añade que este mundo subsistente, independiente del sujeto, no es aleatorio, sino que se haya sometido a una regularidad que eventualmente permite hacer previsiones, conjeturas razonables sobre cómo se modificará el estado de un sistema en una circunstancia dada.

Pero con ello aún no hemos agotado todas las exigencias de un realista cabal. Sea por ejemplo una moneda que lanzamos al aire. Obviamente no sabemos si saldrá cara o saldrá cruz, pero ello no significa que una u otra posibilidad resulta del azar. Tras la aparente aleatoriedad habría para el realista una pluralidad de causas que, de sernos conocidas, nos permitirían prever cual sería el resultado.

Lo aparentemente azaroso de lo que acontecerá es en última instancia la expresión de nuestra impotencia para conocer y eventualmente controlar todo lo que está operando. En un mundo determinado la probabilidad sólo hace referencia al grado de ignorancia en el que un observador se encuentra respecto a las variables que intervienen en relación al acontecimiento. Si poseyéramos el saber de todas las fuerzas que actúan no habría aleatoriedad y por consiguiente no habría lugar a cálculo meramente probabilístico. Ya Aristóteles era radical en este punto: hay para nosotros azar y suerte (buena o mala), pero no cabría hablar de azar en sí, como lo indica esta prodigiosa frase del Estagirita, premonitoras de la tesis según la cual el mundo no es resultado de un juego de dados:

"El azar y la suerte (tò autómaton kaì e túche) son posteriores a la inteligencia y a la naturaleza (kaì noû kaì phýseos) De hecho azar y suerte " son, o bien un conjunto de causas naturales o bien de causas fraguadas por la inteligencia". Y la aparente aleatoriedad se debería tan solo a que "el número de tales causas es infinito."

Esta exclusión del azar permite sostener que la naturaleza constituye un reino de leyes, que está marcada por una objetiva necesidad, de la cual la ciencia sería el reflejo en la mente humana. La convicción laplaciana según la cual el conocimiento exhaustivo de los datos iniciales permitiría describir el devenir del mundo, tiene obviamente soporte en la creencia de que efectivamente el estado inicial determina unívoca e irreversiblemente todo acontecer.

Si en el mundo exterior a nuestras construcciones cupiera el azar, la mecánica determinista no podría ser considerada ciencia del mismo. Obviamente queda la salida de afirmar que se trata precisamente de eso, que la mecánica clásica ha de ser sustituida por la cuántica. ¿Pero cabe entonces separar la realidad de nuestra intervención en la misma? Si así no fuera, la exclusión del determinismo vendría en suma a ser exclusión de la exterioridad. En suma:

Excluir el determinismo equivale a decir que del mundo objetivo no puede dar cuenta la mecánica clásica, sino en todo caso la cuántica. Mas en la medida en la que la mecánica cuántica hace muy difícil separar la objetividad de la intervención de un sujeto, la puesta en tela de juicio del determinismo equivale a puesta en tela de juicio de la autonomía del objeto respecto al sujeto, es decir: puesta en tela de juicio del postulado según el cual el mundo está constituido por cosas dotadas de propiedades, las cuales eventualmente (sólo eventualmente) vendrían a encontrar reflejo en el espíritu, puesta en tela de juicio. 

Víctor Gómez Pin, Asuntos metafísicos 9, El Boomeran(g),  12/09/2013

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Aristóteles, Fisica,II, 7, 198 a 9-11. Sin desperdicio asimismo las líneas inmediatas: "En consecuencia, si el cielo tuviera causa en el azar y la suerte, sería necesario que con anterioridad la inteligencia y la naturaleza fueran causa de múltiples cosas [que subyacen tras el azar] y del universo mismo". 

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