Parmènides i l'origen de l'error del pensament occidental.
Parmènides |
Desde Parménides nuestro mundo ha sido el de la distinción neta y tajante
entre lo que es y lo que no es. El ser no es el no-ser. Este primer desarraigo –porque
fue un arrancar al ser del caos primordial- constituye el fundamento de nuestro
pensar. Sobre esta concepción se construyó el edificio de las “ideas claras y
distintas”, que si ha hecho posible la historia de occidente también ha condenado
a una suerte de ilegalidad toda tentativa de asir al ser por vías que no sean
las de esos principios. Mística y poesía han vivido así una vida subsidiaria,
clandestina y disminuida. El desgarramiento ha sido indecible y constante. Las
consecuencias de ese exilio de la poesía son cada día más evidentes y
aterradoras: el hombre es un desterrado del fluir cósmico y de sí mismo. Pues
ya nadie ignora que la metafísica occidental termina en un solipsismo. Para
romperlo, Hegel regresa hasta Heráclito. Su tentativa no nos ha
devuelto la salud. El castillo de cristal de roca de la dialéctica se revela al
fin como un laberinto de espejos. Husserl
se replantea de nuevo todos los problemas y proclama la necesidad de “volver a
los hechos”. Mas el idealismo de Husserl
parece desembocar también en un solipsismo. Heidegger retorna a los presocráticos para hacerse la misma
pregunta que se hizo Parménides y
encontrar una respuesta que no inmovilice al ser. No conocemos aún la palabra
última de Heidegger, pero sabemos
que su tentativa por encontrar el ser de la existencia tropezó con un muro.
Ahora, según muestran algunos de sus escritos últimos, se vuelve a la poesía.
Cualquiera que sea el desenlace de su aventura, lo cierto es que, desde este
ángulo, la historia de Occidente puede verse como la historia de un error, un
extravío, en el doble sentido de la palabra: nos hemos alejado de nosotros
mismos al perdernos en el mundo. Hay que empezar de nuevo.
El pensamiento oriental no ha
perdido este terror al “otro”, a lo que es y no es al mismo tiempo. El mundo
occidental es el del “esto o aquello”; el oriental, el del “esto y aquello”, y
aun el de “esto es aquello”. (…) Y estas afirmaciones las condensa el Upanishad Chandogya en la célebre
fórmula: “Tú eres aquello”. Toda la historia del pensamiento oriental parte de
esta antiquísima aseveración, del mismo modo que la de Occidente arranca de Parménides. (págs.. 116-117)
Octavio Paz, La casa de la presencia. El arco y
la lira. La imagen., Obras Completas, Círculo de lectores, Barna 1991
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