Cervell i fal.làcia narrativa.
Se ha realizado una serie de famosos experimentos
en pacientes de cerebro escindido, los cuales nos muestran pruebas físicas –es
decir, biológicas- convincentes del aspecto automático del acto de la
interpretación. Parece que hay en nosotros un órgano que se encarga de dar
sentido, aunque tal vez no sea fácil centrarse en él con precisión. (I, cap. 6,
pàg. 120)
Supongamos ahora que inducimos a una de estas
personas a realizar un acto –levantar el dedo, reír o coger una pala- con el
fin de asegurarnos de cómo adscribe una razón a su acto (cuando de hecho
sabemos que no existe más razón que el hecho de que lo hayamos inducido). Si
pedimos al hemisferio derecho, aquí aislado del lado izquierdo, que realice una
acción, y luego pedimos una explicación al otro hemisferio, el paciente
ofrecerá invariablemente alguna interpretación: “Señalaba el techo para …”, “Vi
algo interesante en la pared”…
Ahora bien, si hacemos lo contrario, es decir, si
ordenamos al hemisferio izquierdo aislado de una persona diestra que realice un
acto y pedimos al hemisferio derecho que nos dé las razones, se nos responderá
sencillamente: “No lo sé”. Señalemos que el hemisferio izquierdo es donde
generalmente residen el lenguaje y la deducción. (…) Otra de las diferencias
entre ambos hemisferios es que el derecho se ocupa de la novedad. Tiende a ver
las series de hechos (lo particular, o los árboles), mientras que el izquierdo
percibe los patrones, la figura (lo general, o el bosque).
Para ver un ejemplo de nuestra dependencia
biológica de una historia, consideremos este experimento. En primer lugar, lea
la frase siguiente:
VALE MÁS PAJARO EN MANO QUE
QUE CIENTO VOLANDO
¿Observa algo raro?
El científico residente en Sidney Alan Snyder (…)
hizo el siguiente descubrimiento. Si se inhibe el hemisferio izquierdo de una
persona diestra (técnicamente, se efectúa dirigiendo impulsos magnéticos de
baja frecuencia a los lóbulos temporales frontales del lado izquierdo),
disminuye el índice de error del sujeto al leer el refrán anterior. Nuestra
propensión a imponer significado y conceptos nos bloquea la conciencia de los
detalles que componen el concepto. Sin embargo, si anulamos el hemisferio
izquierdo de una persona, ésta se convierte en más realista: sabe dibujar mejor
y con mayor verosimilitud. Su mente ve mejor los objetos en sí mismos, sin
teorías, narrativas ni prejuicio alguno.
¿Por qué resulta difícil evitar la interpretación?
Fundamentalmente, porque (…) las funciones del cerebro a menudo operan fuera de
nuestra conciencia. Interpretamos de modo muy parecido a como realizamos otras
actividades consideradas automáticas y ajenas a nuestro control, como la de
respirar.
¿Qué es lo que hace que el no teorizar nos cueste
muchísima más energía que el teorizar? En primer lugar, está la
impenetrabilidad de la actividad. He dicho que gran parte de ella tiene lugar
fuera de nuestra conciencia: si no sabemos que estamos haciendo la inferencia,
no podremos detenernos, salvo que estemos en un estado de alerta permanente. (I,
cap. 6, pàgs. 121-122)
Nassim
Nicholas Taleb, El cisne negro. El impacto de lo
altamente improbable, Círculo de lectores, Barna 2008
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