La profanació dels diners (Byung-Chul han).



Hace un tiempo se reportaba un extraordinario suceso acontecido en Grecia. Es extraordinario porque ha sucedido precisamente en un país que tanto sufre bajo el yugo del capital. Se trata de un suceso que posee un enorme carácter simbólico, que actúa como un signo del futuro. Unos niños habían descubierto un fajo de billetes. Le daban un uso totalmente diferente: jugaban con ellos y los hacían pedazos. Esos niños se anticipaban a nuestro futuro: el mundo yace en ruinas. En estas ruinas, como esos niños, jugamos con billetes y los hacemos pedazos.

La «profanación» consiste en devolver al uso libre de los hombres las cosas que pertenecían a los dioses y que por eso habían sido sustraídas al uso humano.39 Esos niños griegos profanan el dinero dándole un uso totalmente distinto, es decir, juegan. En un vuelco, la profanación convierte el dinero, que hoy se ha fetichizado tanto, en un juguete profano. 

Agamben interpreta la religión a partir del relegere. Por tanto, la religión significa estar atento, despierto, es decir, velar por las cosas que son sagradas y tener cuidado de que se mantengan separadas del resto. Esta separación es esencial para la religión. En consecuencia, la profanación consiste en ejercer una actitud de descuido consciente frente a aquella observancia. Esos niños griegos mostraban descuido frente al dinero al jugar con él y hacerlo pedazos. La profanación es entonces una praxis de la libertad que nos libera de la trascendencia, de esa forma de subjetivación. La profanación abre un espacio de juego para la inmanencia. 

Hay dos formas de pensamiento: el que trabaja y el que juega. Tanto el pensamiento de Hegel como el de Marx están dominados por el principio del trabajo. Asimismo, el Ser y tiempo de Heidegger es todavía deudor del trabajo. La «existencia» en su «preocupación» o «angustia» no juega. Solo el Heidegger tardío descubre el juego que se basa en la «serenidad». De este modo interpreta el mundo como juego. Presiente la «apertura de un espacio de juego apenas intuido y barruntado». El «espacio de juego del tiempo» de Heidegger remite a un espacio de tiempo que está libre de la forma del trabajo. Se trata de un espacio del acontecimiento en el que se ha superado totalmente la psicología como medio de la subjetivación.

La ludificación

Byung-Chul Han, Psicopolítica, Herder, Barcelona 2014

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