"Política" i "policia" en Rancière.
La lectura que Rancière
hace de la pregunta por la política presenta unos acentos propios en los que la
igualdad no constituye un valor político entre otros, sino la condición de
posibilidad de la política misma.
Rancière reserva
el término “política” a una serie de acciones que diferencia cuidadosamente de
la dimensión institucional, que llama “policía”. La política no es un conjunto
de instituciones y aparatos de poder, sino aquellas acciones que interrumpen la
lógica de funcionamiento de estos dispositivos, su reparto de funciones e
identidades que llamamos comunidad política.
La política, por tanto, es constitutivamente conflictiva,
es una situación en la que se expresa un “desacuerdo” fundamental respecto a
esta distribución de lo existente.
La política nace en y mediante la tensión entre un cuerpo
social artificialmente estructurado y una parte que es contabilizada en él,
pero que no cuenta en modo alguno políticamente, la “parte de los que no tienen
parte”.
La política pone de manifiesto la injusticia del reparto
según el cual un todo, el cuerpo político, está fraccionado en partes cuya
división e inclusión no son en modo alguno naturales e inmodificables, sino
contingentes y, por tanto, reconfigurables.
La “parte” excluida del reparto de papeles y funciones es
la única que no cuenta con un lugar específico asignado en virtud de criterios
de existencia política; los ricos, los nobles, los que poseen alguna diferencia
específica. Son, simplemente, el pueblo.
Alicia García Ruiz, Impedir que el mundo se deshaga, Los
libros de la catarata, Madrid 2016
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