Un nou concepte de racionalitat (Daniel Kahneman)
No intentes resolver este acertijo y procura emplear la intuición:
Un bate y una pelota cuestan $1.10
El bate cuesta un dólar más que la pelota.
¿Cuánto cuesta la pelota?
Daniel Kahneman |
La respuesta de 10¢ se presenta como una intuición rápida, potente y
atractiva, pero es incorrecta. Para llegar a la solución correcta, 5¢,
muchos tendremos que recurrir al lápiz y al papel, transformando el
acertijo en una ecuación matemática. Tendremos que recurrir a la forma
más lenta y fatigosa de pensar que permite nuestro cerebro. Algunos
psicólogos consideran que este tipo de test es un predictor más válido
sobre la inteligencia que los test sobre cociente intelectual
corrientes. En este caso, nos sirve para ilustrar que las intuiciones
pueden ser erróneas, no importa lo poderosas que parezcan.
Aunque tenemos una sola mente, no tenemos una sola forma de decidir.
Daniel Kahneman propone entender la toma humana de decisiones
partiéndola en dos “sistemas” principales. El Sistema 1 es un esclavo de
las emociones y actúa “rápida y automáticamente, con pequeño o ningún
esfuerzo y sin el sentimiento de un control voluntario.” El Sistema 2,
por contra, funciona como un agente racional que “concentra con esfuerzo
la atención hacia las actividades mentales que así lo demandan,
incluyendo las computaciones complejas. Las operaciones del Sistema 2
están asociadas a menudo con la experiencia subjetiva de la agencia, la
elección y la concentracion.”
La mayoría de nuestros juicios diarios son obra del Sistema 1,
ocurren de forma automática, intuitiva y emocionalmente, y nos permiten
desenvolvernos de forma razonable en nuestra vida práctica. Pero el
Sistema 1 también genera todo tipo de intuiciones erróneas con
consecuencias triviales o catastróficas. Solamente cuando entra en juego
el Sistema 2, postergando las gratificantes sugerencias del sistema
emocional, y sólo tras invertir un gran esfuerzo cognitivo, podemos
intentar resolver los problemas difíciles o contraintuitivos.
Kahneman sugiere que examinemos la naturaleza de la racionalidad a
través de sus errores más que a través de sus triunfos. Estos errores o
sesgos cognitivos tienen la virtud de aparecer de forma inadvertida para
nuestra mente consciente. Tienen además un carácter irresistible en los
seres humanos psicológicamente sanos y se dan sistemáticamente si
concurren las circunstancias adecuadas. Para poner algunos ejemplos (la lista de errores cognitivos sistemáticos es bastante grande), la ilusión de causalidad
se da de forma natural cada vez que inferimos erróneamente que dos
eventos naturales están intencionalmente relacionados entre sí (el
experimento de Heider y Simmel
es una temprana ilustración experimental de este principio), un
descubrimiento que arroja mucha luz sobre el origen del pensamiento
religioso. El efecto Halo ocurre cuando tendemos a atribuir
características excesivamente positivas o negativas en una persona
basándonos en pistas parciales pero emocionalmente atractivas, lo cual
ayuda a explicar por qué el público ama irracionalmente a las estrellas
de cine, o por qué hemos convertido a Steve Jobs en una especie de santo
laico. La ilusión de validez afecta particularmente a los
expertos en entornos difícilmente predecibles, como la política y las
finanzas, provocando un exceso de confianza en predicciones infundadas y
poniendo serias dudas sobre la eficacia de reputados especialistas y “pundits” mediáticos.
El Sistema 1 está preparado para creer, no para dudar y tiene tanto
miedo de la incertidumbre y del azar que a menudo salta rápidamente a
conclusiones precipitadas pero capaces de convertirse en buenas
historias. Este hecho psicológico ayuda a entender por qué el fanatismo y
la seguridad dogmática a menudo se sustentan en la ignorancia, o en
evidencias claramente insuficientes, y por qué el escepticismo (una
ardua operación del Sistema 2) sigue siendo tan costoso e impopular.
No es sólo la inteligencia, sino la racionalidad, es decir,
la capacidad para amonestar a la parte más vaga de nuestro pensamiento,
la propiedad que es realmente capaz de desvelar, y en algunos casos
domar, los sesgos cognitivos naturales. Desde esta perspectiva, una
persona “racional” no es ya aquella que tiene una visión del mundo más
consistente, ni mucho menos la que es capaz de contar mejores historias.
Tampoco es más racional quien rechaza las emociones en nombre de una
inexistente razón desencarnada, sino aquella persona que es capaz de
examinar sus propios prejuicios y de asumir que errar es natural. Una
difícil empresa que, al fín y al cabo, hubiera firmado el mismo
Sócrates: “Una vida sin examinar no merece ser vivida.”
Eduardo Zugasti, Daniel Kahneman: Pensamiento rápido y lento, cultura 3.0, 05/12/2011
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Daniel Kahneman es un psicólogo norteamericano-israelí, actualmente profesor emérito en
Princeton e incluido hace poco en la lista de 100 pensadores globales
más influyentes por la revista Foreign Policy.
Aunque Kahneman ha recibido su Nobel en 2002 junto con Amos Tversky por
su contribución a la teoría económica, las repercusiones de su trabajo
son muy amplias, y prácticamente no hay un área de las ciencias humanas
que pueda permitirse ignorarlas.
Su última publicación, Thinking. Fast and slow,
orientada a no especialistas, abarca varias décadas de trabajo como
psicólogo experimental y es uno de los libros científicos más comentados
(y vendidos) de este año.
Clase magistral de Daniel Kahneman en EDGE: The marvels and flaws of intuitive thinking
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