La neurociència de l'engany (entrevista amb Susana Martínez-Conde)
Susana Martínez-Conde |
¿A qué se refiere cuando dice que la mente nos engaña?
El engaño se refiere a que no vemos, o no percibimos, porque esto no solo sucede con la vista, la realidad tal como es. El cerebro nos está dando una imagen que, si hablamos del sentido de la vista, no es una imagen fidedigna y a veces es claramente distinta de la realidad.
¿Hay alguna posibilidad de evitar ese engaño?
No es posible tener una representación fidedigna de la realidad con
los recursos neurales que tenemos. El cerebro tiene un tamaño que es
bastante reducido, y se ve forzado a tener, en el caso del sistema
visual, solo el millón de fibras, que son los axones, que componen el
nervio óptico. Eso sería el equivalente a un millón de pixels. Esto, que
sería muy poco en una cámara, le llega en general al cerebro porque
toma muestras de la parte que puede tener mayor información y después
rellena los huecos. Pero a veces se rellena de una manera que es
incorrecta.
Por mucho que entrenes, no vas a superarlo porque tienes una
limitación física del cerebro. Se puede maximizar lo que tienes, pero
más allá no vas a poder ir. Quizá en el futuro, en un escenario de
ciencia ficción, si tienes una prótesis neural que sea capaz de
aumentarte estas capacidades, podría ser una vía, pero basándonos en
nuestra biología, no.
Tampoco sería interesante, porque el hecho de estar seleccionando la
información que vamos a procesar nos libera de procesar información que
no necesitamos y que puede interferir con el resto. Lo que hace el
cerebro con el rellenado de huecos es una estrategia mucho más eficaz en
términos de recursos neurales y de velocidad de procesamiento que
procesar toda la información.
¿Desde el punto de vista evolutivo, nos pudo dar alguna ventaja para la supervivencia que el cerebro nos engañe?
El que el cerebro nos engañe es un efecto secundario de los
mecanismos que necesita implementar con sus limitaciones para que
nosotros podamos sobrevivir en el mundo y transmitir la herencia
genética a la siguiente generación. El hecho del engaño no es una
ventaja evolutiva, pero los mecanismos que el cerebro ha implementado
para acelerar la velocidad y la capacidad de procesamiento con estos
recursos limitados dan lugar al engaño. Pero en la mayor parte de los
casos este engaño es inocuo porque el cerebro, aunque no percibe la
realidad tal como es, sí realiza una simulación bastante aproximada.
¿Tienen alguna relación estas ilusiones visuales con otras
recreaciones de la realidad que hace nuestro cerebro como los falsos
recuerdos?
En la memoria también existe una discrepancia. No nos debemos fiar de nuestras memorias.
De hecho, se han hecho una serie de trabajos que demuestran que la
memoria se puede alterar. Incluso la manera de hacer una pregunta puede
variar la memoria de una persona. Esto es algo que también utilizan los
magos. Por ejemplo, Elizabeth Loftus, en uno de sus trabajos clásicos,
que también mencionamos en el libro, hace que una serie de observadores
vean un vídeo de un coche que choca con otro. Después de verlo, a parte
de estas personas se les pregunta qué velocidad creían que llevaba el
coche rojo cuando chocó contra el coche azul, y a otras se les pregunta
cuál era la velocidad del coche rojo cuando se estrelló contra el azul.
En el segundo caso dicen que la velocidad es mucho mayor.
Las memorias no son fidedignas y desde la neurociencia se está
argumentando que debería dejarse de utilizar el testimonio de testigos,
porque prácticamente no tienen valor; no representan la realidad tal
como ocurrió. Y sucede lo mismo con la memoria autobiográfica, con cosas
que nos pasaron a nosotros. Por la neurociencia hoy sabemos que lo que
estamos haciendo al acceder a estas memorias que están almacenadas a
largo plazo, es accederlas, recordarlas y volverlas a almacenar, y que
este acto de retirarlas del almacenamiento y volverlas a almacenar las
cambia. Cada vez que accedemos a una memoria la estamos cambiando, a
veces de manera ínfima, pero a veces de manera muy sustancial.
¿Las implicaciones de la manipulación de nuestras percepciones en la magia, funcionan igual en la política o la publicidad?
No lo hemos trabajado, pero son técnicas que no solo los magos
utilizan. Las utilizamos nosotros unos con otros constantemente. Los
magos no es que tengan acceso a unos circuitos del cerebro que nadie
utiliza, los explotan y los han refinado de una manera que es
espectacular, pero también se hace en otros campos como la publicidad,
el márketing, la política… De hecho, en el primer artículo que
publicamos sobre la magia para Scientific American, llegó una
carta de un lector diciendo que le había gustado mucho el artículo, pero
que tenía un fallo, y es que cada vez que poníamos magos, teníamos que
poner políticos.
El hecho de que el cerebro nos engañe no quiere decir que nos engañe a
cada uno de una manera diferente. Existen diferencias individuales,
pero la circuitería básica es común a todos. Todos somos engañados, pero
todos experimentamos un engaño similar. El acuerdo es posible; es un
acuerdo erróneo, pero es posible.
¿Qué aplicaciones a este tipo de estudios?
Estamos colaborando con el Instituto Kingston de Resucitación de
Canadá, con médicos que se están formando en técnicas de resucitación
para acelerar su entrenamiento y que sean capaces de sobreponerse un
poco a este efecto túnel cuando se enfrentan con una situación de
resucitación de emergencia. Los novatos tienden a centrarse en la cara
del paciente e ignorar otros recursos o instrumentos, mientras que los
médicos que tienen más experiencia pueden relajar más el foco de
atención. Creemos que podemos llegar a implementar un método de
formación que acelere esta transición de principiante a experto
basándose en la neurociencia de la atención.
Otra posibilidad es la utilización de los análisis de movimientos
oculares como herramienta de apoyo diagnóstico a la enfermedad de
Alzheimer y del deterioro cognitivo leve. A nivel cerebral existe un
gran solapamiento de los sistemas neurales que controlan la posición de
los movimientos de los ojos y los sistemas que controlan la
concentración del foco de atención. Es básicamente el mismo sistema
neural. En patologías como el alzhéimer, en las que existe un deterioro
de la atención, hemos visto que los movimientos oculares están afectados
de una manera característica. Y no solo en pacientes de alzhéimer sino
también en otros con deterioro cognitivo leve, que no tienen alzhéimer
todavía, pero que están en una situación de riesgo de desarrollarlo.
Tenemos la esperanza de que esto pueda ayudar como marcador de
diagnóstico temprano.
Lleva más de 15 años trabajando fuera de España. ¿Cómo ve desde esa
posición la situación de la ciencia aquí? ¿Los problemas son solo de
financiación o también de cultura a la hora de trabajar?
Yo no creo que la diferencia cultural sea tan importante. Llevo fuera
de España 17 años y cuando me fui la situación en investigación estaba
un poco complicada. De hecho, cuando yo llevaba cuatro o cinco años en
EEUU, tuve la oportunidad de volver y me dio miedo. Al final pensé que
la incertidumbre para volver en esas condiciones era demasiada y acabé
aceptando una oferta en Londres, en University College London, que fue
donde tuve mi primer laboratorio.
Pero luego, a los pocos años de irme a Londres y después de unos años en Arizona, la situación se había puesto bastante bien, más competitiva, y en ese momento me estaba planteando si algún día no estaría bien volver. Veía que había una inversión grande a nivel del Gobierno, formándose centros, atrayendo a investigadores. Incluso lo notaba en la gente. En mi laboratorio siempre suele haber algunos españoles. Ahora mismo, entre mi laboratorio y el de Steve, mi marido y principal colaborador, tenemos cuatro españoles. Y lo notas en la cantidad de gente que se pone en contacto conmigo para venirse a mi laboratorio desde España. Cuando las cosas van mal, hay muchos que quieren venirse, cuando van bien, hay menos. Y en esos momentos había menos.
La verdad es que se avanzó mucho, pero con la crisis y los recortes
los avances que se hicieron en ese momento se perderán y no se
recuperarán en décadas. Y no solo eso. España va a perder una generación
de investigadores y eso no solo en la gente que está en investigación
hoy, que es gente que no se va a dedicar a la investigación porque ven
que no hay futuro. Yo esto lo he visto incluso donde hice el
bachillerato, en Coruña. Me pidieron que diese una conferencia, y lo que
vi hablando con los alumnos es que con 15 o 16 años ya están
desilusionados. Yo con esa edad no pensaba en cómo estaría el mercado
laboral o si voy a poder sacar adelante una familia… Son prácticamente
niños y ya están desilusionados con su futuro, y para ser investigador
tienes que tener ilusión.
Susana Martínez-Conde: "Nuestro cerebro no nos permite ver la realidad tal como es", entrevista realizada por Daniel Mediavilla, Materia, 04/02/2014
Susana Martínez-Conde nació en La Coruña. Realizó el doctorado en la Universidad de Santiago de Compostela, seguidos de una estancia postdoctoral en el laboratorio del Premio Nobel David Hubel en la Universidad de Harvard. Actualmente es directora del Laboratorio de Neurociencia Visual del Barrow Neurological Institute (Phoenix, Arizona). Antes, dirigió laboratorios en University College London (Reino Unido).
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