Construir un caràcter.



Con todo, yo veo en el retrato del joven Gray la materialización estética de eso que el gran Aristóteles señaló como un elemento esencial de su concepción ética, a saber: la forja del carácter (moral). La palabra griega que escogió el estagirita para darle cuerpo a este concepto fue ethos (ἦθος); y como ocurrió con tantísimas de sus ocurrencias acabó marcando para siempre el devenir de la filosofía. Con la elección de ese término, en lo que a la reflexión sobre la conducta moral de las personas atañe, que ya para siempre se llamará ética. Nos dejó dicho el discípulo de Platón, tan crítico como se sabe con su maestro respecto de su visión en exceso intelectualista, que en lo referente a la vida práctica la clave consiste en lo que hacemos, en nuestras acciones. Es mediante éstas que nos vamos forjando una forma de ser, un carácter (un ethos). Resumiendo mucho, digamos que es la repetición de las buenas decisiones lo que genera en el hombre el hábito de comportarse adecuadamente; y en este hábito consiste la virtud para Aristóteles. El vicio es lo opuesto: la repetición de malas decisiones. Como griego, el genial filósofo no pierde de vista en ningún momento que esa formación ética se da siempre en convivencia con los otros, en la polis. Se trata la educación del carácter (la Bildung, que dirían los alemanes) de algo natural para el individuo, porque es natural su sociabilidad.

José María Agüera Lorente, Disquisiciones sobre ética a propósito de una moción de censura, Filosofía en la Red 03/06/2018

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