Maig del 68 i capitalisme postmodern.




Las consecuencias del 68 demuestran que, en efecto, tiene razón. Sin embargo, lo que palmariamente sucedió después de ese año fue el surgimiento de una nueva figura del “espíritu del capitalismo”: el capitalismo mutó, abandonó la estructura centralizada fordista del proceso de producción y desarrolló una forma de organización en “red”, que se fortalecía a través de la iniciativa y autonomía de los empleados. Y eso sucedía en el lugar de trabajo. El cambio no era coyuntural ni accidental. Remitía, y aún lo hace, a una nueva ontología del trabajo, cuyo alcance no está fijado. En lugar de una cadena de mando centralizada jerárquicamente, el trabajo quedaba institucionalizado por medio de una multiplicidad de redes integradas por una multitud de participantes que comenzó a organizar el trabajo en forma de equipos o proyectos, y que con la búsqueda de la satisfacción e interacción del cliente afianzaba asimismo la implicación activa de los trabajadores en la “visión de conjunto”, liderada por la previsión de sus líderes. Este nuevo “espíritu del capitalismo”, igualmente circular, se aprovechó triunfalmente de la retórica igualitarista y antijerárquica de 1968, presentándose como una exitosa transición libertaria contra las organizaciones sociales opresoras del capitalismo corporativo. Y, cabe decir, también del socialismo “realmente existente”.

La protesta de 1968 centró su lucha contra los que se percibían como los tres pilares del capitalismo: fábrica, escuela, familia. Como resultado, cada dominio se sometió a una transformación postindustrial: el trabajo en la fábrica se ha externalizado cada vez más o, en el mundo desarrollado, se “ha reorganizado” a través del trabajo en equipo interactivo no jerárquico posfordista. La educación permanente, flexible y privatizada, ha reemplazado cada vez más a la educación pública universal. Por último, múltiples formas de modelos erótico-emocionales flexibles han ido reemplazando cada vez más la idea de la familia tradicional. Sin embargo, con el paso de los años se ha constatado que la izquierda ha acabado perdiendo en su propia victoria: el adversario visible fue derrotado, pero en este tránsito se le ha dado tiempo para su nueva recomposición, para una nueva y potencial forma de dominación capitalista más sutil, imperceptible, y por eso cada vez más eficaz, directa e inmune.

En el capitalismo "postmoderno" el mercado está invadiendo nuevas esferas que hasta ahora se consideraban dominio privilegiado del Estado, desde la educación hasta la sanidad o la seguridad. Así, cuando el “trabajo inmaterial” (educación, manejo de afectos, etc.) se celebra como la labor que incide directamente en relaciones humanizadoras, uno no debe olvidar lo que esto significa dentro de una economía mercantil: que los nuevos dominios, hasta ahora excluidos del mercado, se han convertido en mercancía. Cuando tenemos problemas ya no acudimos a un amigo o amiga, sino que pagamos a un/a psiquiatra o un/a coachpara que se encargue de la situación. Cada profesión debe poder tener su espacio, claro está, pero detrás de esta lógica de “naturalización” de la dimensión emocional (¡del todo necesaria!) y altruismo profesionalizado, pervive otra dinámica. Es el ciclo del mercado lo que también se impone, donde todo se paga.

Miquel Seguró i Slavoj Zizek, Su mayo del 68 y el nuestro, ctxt.es 14/03/2018

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