El món existeix.




Hay gente nihilista. Desde el siglo XX, eso implica negar que existan valores, rechazar la posibilidad del conocimiento, renunciar a la comunicación y resignarse al hecho brutal de que el mundo carece de sentido. Por más que uno se sienta atraído por esas ideas, sin embargo, la ciencia plantea un argumento devastador contra ellas. Las explicaciones científicas deberían ser, según el nihilismo, meras construcciones fabricadas por nuestro deseo demente de entender el mundo, invenciones de nuestra imaginación, antídotos contra la locura de un universo que nos ignora. Pero es evidente que no es así, porque una teoría científica construida para explicar un fenómeno suele predecir otros fenómenos distintos que ni se le habían ocurrido a su formulador. Esto es imposible de explicar a menos que exista una realidad comprensible ahí fuera, y a menos que nuestros talentos sean capaces de arañarla, de profundizar en ella y de entender sus principios.

Javier Sampedro, La lente de Einstein, El País 23/06/2018

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