Societats liberals i vergonya.





En las sociedades liberales, mestizas y laicas existen observadores que juzgan, pero según criterios de distinto signo que, en cualquier caso, no se sustentan en doctrinas fuertes e intransigentes. La actitud que domina es, más bien, la indiferencia. El laissez faire, laissez passer liberal no solo ha invadido la economía, sino todos los ámbitos: el político, el social, también el moral. Existe una ley, ciertamente, que pone límites, pero es la única coacción que siente el individuo porque no tiene más remedio. Una represión, por otra parte, que no genera el sentimiento de vergüenza, ni de culpa, que produce la pérdida de reputación social. El delito es reprobable, en efecto, pero porque es ilegal. Todo el mundo sabe, además, que el cumplimiento fervoroso de la ley no siempre acarrea el mayor reconocimiento social. Los héroes de nuestro tiempo son personajes que no llaman la atención por su buen hacer, por su conducta impecable ni por su entrega a los demás. La muerte de un santo como Vicente Ferrer, que no vivió sino para aliviar a los pobres, merece menos lamentos y ocupa menos tiempo y espacio en los medios de comunicación que la muerte del estrafalario Michael Jackson. Los modelos a imitar se ajustan a criterios poco edificantes y cada vez es más difícil aclararse sobre qué significa realmente la dignidad o el florecimiento de la vida humana. ¿Ha contribuido todo ese cambio a la pérdida del sentimiento de vergüenza? ¿hay que celebrar que haya sido así? (114)

Victoria Camps, El gobierno de las emociones, Herder, Barcelona 2011

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