Societats de vergonya i societats de culpa.






… hay que distinguir entre las “sociedades de la vergüenza” y las “sociedades de la culpa”. En estas últimas, los ciudadanos interiorizan las normas y se sienten culpables cuando dejan de cumplirlas. En cambio, en las sociedades de la vergüenza todo está exteriorizado y sus miembros tienen que evitar ser sancionados externamente por lo que hacen mal, que es todo lo que mancilla su honor o su buen nombre. Aparentemente, dichas sociedades son más primitivas que las que han conseguido que sus miembros interioricen las normas y se sienten culpables de transgredirlas. Parece que la sociedad de la vergüenza tiene poco que ver con una sociedad decente. Pero no es así. Si una sociedad causa que sus individuos se sientan avergonzados -humillados- por su origen familiar, su religión, su etnia o cualquier otro elemento que conforme su identidad, entonces esa sociedad no es decente. Sí lo es, si hace que un individuo se avergüence por pertenecer a un grupo criminal, o hace que el hijo de un nazi se avergüence de su padre. No debe hacer que ese hijo se sienta culpable de su filiación, pero no sería decente si no consiguieran que se avergonzara de ella (Avishai Margalit, The Decent Society). (120-121)

Victoria Camps, El gobierno de las emociones, Herder Barcelona 2011


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