La tragèdia grega i la prudència aristotèlica.
La tragedia griega estaba llena
de interrogantes de este género: ¿qué le está permitido conocer al hombre? ¿Qué
debe hacer en un mundo en el que reina el Azar? ¿Qué puede esperar de un futuro
que le es ocultado? ¿Cómo permanecer, puesto que somos hombres, en los límites
de lo humano? La respuesta, incansablemente repetida por los coros de la
tragedia, se resumen en una palabra: phrónein.
Se puede uno extrañar, es cierto, de que no se haya percibido antes una
filiación tan manifiesta. Pero, por haber enfocado siempre a Aristóteles a la sombra de Platón, se había acabado por olvidar
que era ante todo un Griego, más griego quizá que su maestro, más cercano que
él a esa prudencia reverencial,
verdadero mensaje trágico de Grecia, del cual Platón había creído desterrar los últimos escrúpulos, disipar las
últimas sombras, y que renace en el hombre aristotélico, el cual ya no llega,
en un mundo dividido, a dirigir el espectáculo de un Dios demasiado lejano. (40)
Pierre Aubenque, La prudencia
en Aristóteles, (con un apéndice sobre la prudencia en Kant), Crítica.
Grijalbo Mondadori, Barna 1999
Título original: La prudence chez
Aristote (1963)
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