La presència de Nietzsche i Freud en el pensament de Byung-Chul Han.
Nietzsche-Freud |
Nietzsche: La moderna pérdida de creencias, que afecta no
solo a Dios o al más allá, sino también a la realidad misma, hace que la vida
humana se convierta en algo totalmente efímero. Nunca ha sido tan efímera como
ahora. Pero no solo esta es efímera, sino también lo es el mundo en cuanto a
tal. Nada es constante y duradero. Ante la falta de Ser surgen el nerviosismo y
la intranquilidad. (…) Las religiones en el sentido de técnicas tanáticas, que
liberan al hombre del miedo a la muerte y generan una sensación de duración, ya
no sirven. La desnarratización general del mundo refuerza la sensación de
fugacidad: hace la vida muda (…) Ante la falta de una tanatotécnica narrativa
nace la obligación de mantener esta nuda vida necesariamente sana. Ya lo dijo
Nietzsche: tras la muerte de Dios, la salud se eleva a diosa. Si hubiera un
horizonte de sentido que rebasara la vida desnuda, la salud no podría
absolutizarse de ese modo.
Ciertamente, la vacilación no es una acción positiva, pero vacilar es
indispensable para que la acción no decaiga al nivel de trabajo. Hoy en día
vivimos en un mundo muy pobre en interrupciones, en entres y entre-tiempos. La
aceleración suprime cualquier entre-tiempo. En el aforismo “El principal defecto
de los hombres activos” escribe Nietzsche: “A los activos les falta
habitualmente actividad superior (…) en este respecto son holgazanes (…) Los
activos ruedan, ruedan como una piedra, conforme a la estupidez de la mecánica”
(Humano demasiado humano).
Incluso Nietzsche, que reemplazó el Ser por la voluntad, sabe que la vida
humana termina en una hiperactividad mortal, cuando de ella se elimina todo
elemento contemplativo: “Por falta de sosiego, nuestra civilización desemboca
en una nueva barbarie. Rn ninguna época, se han cotizado más los activos, es
decir, los desasosegados. Cuéntese, por tanto, entre las correcciones
necesarias que deben hacérsele al carácter de la humanidad el fortalecimiento
en amplia medida del elemento contemplativo” (Humano demasiado humano).
Byung-Chul Han, La sociedad del cansancio, Herder, Barna 2012
Byung-Chul Han, La sociedad del cansancio, Herder, Barna 2012
La sociedad de la transparencia.
Freud: El hombre ni
siquiera para sí mismo es transparente. Según Freud, el yo niega precisamente lo que el inconsciente afirma y
apetece sin límites. El “ello” permanece en gran medida oculto al yo. Por
tanto, un desgarro atraviesa el alma humana, que no permite al yo estar de
acuerdo consigo mismo. Este desgarro fundamental hace imposible la propia
transparencia. También entre personas se entreabre una grieta. Y es imposible
establecer una transparencia interpersonal. Y esto tampoco es deseable. Precisamente
la falta de transparencia del otro mantiene viva la relación. (pág. 15)
Nietzsche: “La nueva
ilustración. (…) No basta que veas en qué ignorancia viven el hombre y el
animal: debes también tener la voluntad de la ignorancia y aprenderla. Te es
necesario comprender que, sin esta suerte de ignorancia, la vida misma sería
imposible, que es una condición merced a la cual únicamente prospera y se
conserva lo que vive” (La voluntad de
poder)
La sociedad positiva tampoco admite ningún sufrimiento negativo. Se olvida
enfrentarse al sufrimiento y al dolor, de darles forma. Para Nietzsche, el alma humana agradece su
profundidad, grandes y fuerza, precisamente, a la demora de lo negativo.
También el espíritu humano es un nacimiento
don dolor: “Aquella tensión del alma en la felicidad, que es lo que le
inculca su fortaleza (…), su inventiva y valentía en el soportar, perseverar,
interpretar, aprovechar la desgracia, así como toda la profundidad, misterio,
máscara, espíritu, argucia, grandeza que le han sido donados al alma -¿no le
han sido donados bajo sufrimiento, bajo la disciplina del gran sufrimiento? (Más allá del bien y del mal).
Nietzsche diría que no hemos acabado con Dios mientras
nosotros creamos todavía en la transparencia. Frente a la mirada penetrante,
frente a la obsesión de hacerlo todo transparente, Nietzsche defiende la apariencia, la máscara, el secreto, el
enigma, el ardid y el juego: “Todo lo que es profundo ama la máscara (…). Todo
espíritu profundo necesita una máscara: más aún, en torno a todo espíritu
profundo va creciendo continuamente una máscara” (Más allá del bien y del mal). El espíritu profundo surge bajo la
protección de una máscara. Esta aparece a su alrededor como una capa
protectora.
Byung-Chul Han, La sociedad
de la transparencia, Herder, Barna 2013
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