Imperatiu categòric (Maite Larrauri)
Lo que Kant descubre es que todos los imperativos morales que tienen una forma categórica, en realidad no son categóricos sino que están condicionados, son hipotéticos. Por ejemplo, pensemos en lo que pasa si un niño o niña como Mafalda nos pregunta por qué tiene que tomarse la sopa que tan categóricamente le hemos dicho que se coma. Y le contestamos que tiene que hacerlo porque así se hará mayor, crecerá. Mafalda nos replicará inmediatamente que ella no tiene ninguna intención de hacerse mayor, y se nos habrán acabado los argumentos.
Eso mismo es lo que pasa con todos los imperativos morales, que todos
ellos están sujetos a una condición. “Ayuda a los demás, si quieres
tener amigos”, “no robes objetos que no te pertenecen, si no quieres que
te castiguen”, “no mientas, si quieres que la gente se fie de ti”, etc.
Basta con negar la hipótesis, y el imperativo deja de ser categórico,
deja de tener valor.
Kant dice que existe, sin embargo, un imperativo, uno sólo, que es
categórico y que representa para los humanos la ley moral. Obedecerlo
nos hace seres morales. Y no hay que enseñarlo desde fuera, sino que hay
que enseñar a encontrarlo en nosotros mismos. Kant afirma que las dos
cosas que más admiración le causan en el mundo son el cielo estrellado
por encima de nosotros y la ley moral dentro de nosotros.
Su formulación es esta: “Actúa de tal manera que desees al mismo
tiempo que la máxima de tu acción se convierta en ley universal”, “actúa
como legislador universal”, “actúa queriendo al mismo tiempo que todo
el mundo, en esas mismas circunstancias, hiciera eso mismo”. No está
condicionado, no es hipotético, no puede rebatirse. Si uno dice que
cuando roba una bicicleta, quiere al mismo tiempo legislar
universalmente que hay que robar bicicletas, estaría aceptando que, a su
vez, puede ser víctima de un robo, lo que evidentemente no asumirá.
El imperativo categórico es un ideal, en el sentido de que los
humanos no lo aplican constantemente. Pero lo podemos encontrar en
nuestras cabezas, es lo que nos permite juzgar nuestras propias acciones
y las de los demás, es un principio moral al que atenerse.
Lo que deberíamos enseñar a nuestros hijos, a nuestros jóvenes es a
reflexionar, a encontrarse consigo mismos, en el silencio y en la
soledad, con la certeza, según Kant, de que ahí, dentro de sí mismos,
encontrarán ese principio, ese imperativo categórico que les indicará lo
que está bien y lo que está mal.
Maite Larrauri, Para todos filosofía (6): imperativo categórico, fronteraD, 28/11/2014
http://www.rtve.es/alacarta/videos/para-todos-la-2/para-todos-2-filosofia-para-profanos-imperativo-categorico/2875720/
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