La recerca inacabable d'un mateix.
Cuanto más se invierte en el Yo, como objeto de atención e interpretación,
mayores son la incertidumbre y la interrogación. El Yo se convierte en un
espejo vacío a fuerza de
«informaciones», una pregunta sin respuesta a fuerza de asociaciones y de
análisis, una estructura abierta e indeterminada que reclama más terapia y
anamnesia. Freud no se equivocaba
cuando, en un texto célebre, se comparaba con Copérnico y Darwin, por
haber infligido uno de los tres grandes «mentís» en la megalomanía humana.
Narciso ya no está inmovilizado ante su imagen fija, no hay ni imagen, nada más
que una búsqueda interminable de Sí
Mismo, un proceso de desestabilización o flotación psi como la flotación monetaria o la de la opinión pública: Narciso
se ha puesto en órbita. El neonarcisismo no se ha contentado con neutralizar el
universo social al vaciar las instituciones de sus inversiones emocionales,
también es el Yo el que se ha vaciado de su identidad, paradójicamente por
medio de su hiper-inversión. Al igual que el espacio público se vacía
emocionalmente por exceso de informaciones, de reclamos y animaciones, el Yo
pierde sus referencias, su unidad, por exceso de atención: el Yo se ha
convertido en un «conjunto impreciso». En todas partes se produce la
desaparición de la realidad rígida, es la desubstancialización, última forma de extrapolación, lo que dirige
la posmodernidad. (pàg. 56).
Gilles Lipovetsky, La era del
vacío, Anagrama, Barna 1986
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