El naixement de la postveritat.





En la cronología de la posverdad suele repetirse como episodio inaugural la célebre rueda de prensa del 22 de enero de 2017. Kellyanne Conway, portavoz del presidente Trump —acorralada frente a una mentira flagrante— contestó que ella no mentía, sino que ofrecía “hechos alternativos” (alternative facts). No se trataba de un lapsus linguae. Unas horas antes, cuando en la ceremonia de toma de posesión se había puesto a llover, el propio Trump había replicado con sencillez: “No llueve”. El hombre más poderoso del mundo decía que no llovía bajo la lluvia y miles de personas que se habían cobijado bajo los paraguas empezaron a cerrarlos, lo que reveló una lealtad que ya no provenía de la convicción, sino de algo más siniestro: la rendición. Nacía la era de la posverdad.

La posverdad, no es (solo) un problema de desinformación subsanable a través del fact checking o de la restauración de la figura del “experto”, sino un desmantelamiento del espacio público que impide el debate y, con él, el consenso. Lo que es necesario restaurar no es tanto “la verdad” como un espacio en el que sea posible emitir juicios, es decir, pensar, hacer política.

Andrés Barba, 'El fin del mundo común': contra la tiranía de la verdad, El País 03/10/2025

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