Quan el "real" es manifesta.





‘En busca de lo real perdido’ es un pequeño libro de Alain Badiou en el que trata de identificar lo ‘real’ y su semblanza en el devenir del presente desde finales del siglo XX (semblanza entendida como máscara, también como entendía Platón a la caverna). En ese orden de la percepción, explica, lo real es el capitalismo y su semblanza -su máscara- el sistema democrático.

Desarrolla que el sistema económico reiteradamente falla para la vida humana: colapsos, crisis, guerras, invasiones, desabastecimiento, pobreza, y un largo etc. Pero algo, contra toda lógica, nos incapacita para descartarlo. Produce una ficción -la máscara- que se hace pasar por lo real. Esta ficción se convierte en un encantamiento paralizante: el sistema democrático que se despliega en nuestras vidas. De tal manera qué, cuando pensamos en meter mano para mejorar la vida de las personas y el ecosistema, lo solemos hacer interviniendo sobre la ficción, no sobre lo ‘real’. El sistema económico no cubre las expectativas de emancipación y a través de una pantalla distractora nos impide pensar otras alternativas. El resultado es que ponemos la energía en mejorar el sistema democrático.

Badiou expresa que lo real siempre se impone sobre su máscara. Siempre se manifiesta. Con la definición da pistas de dónde encontrar lo real.

Hoy el mundo se ha vuelto impredecible y peligroso. Aupados por sistemas democráticos bien engrasados Trump, Netanyahu, Milei, y otras ultraderechas están definiendo la vida y la muerte de muchísimas personas. En este país Vox ha ganado mucho terreno y la posibilidad de que participe en una futura coalición de gobierno es muy real. Eran los albores de Berlusconi cuando Pasolini pensaba que ese era el único fascismo al que nos enfrentaríamos, el del espectáculo, el consumo y el bunga-bunga. Pero atrás venía este otro y sí es real, el que definió como ‘fascismo arqueológico’. Aupados por sistemas democráticos bien engrasados, insisto.

Para entender lo que está pasando propongo la posibilidad de que lo real se esté manifestando, se esté abriendo paso y esté resquebrajando todo lo que encuentra. La precariedad. La falta de vivienda. La falta de trabajo. la desigualdad. El sistema de subcontratación laboral implantado en todos los rincones de nuestras sociedades. La judicialización de las protestas de trabajadores. La incertidumbre como forma de vida.

Es posible que quien esté mirando lo real de frente sea la ultraderecha, que sí vea la incapacidad que ha tenido el sistema democrático para responder ante las necesidades de las personas, pero no lo mire para transformarlo en un mundo más equitativo y justo. No para construir un sistema que procure una vida digna y emancipada para todas las personas. Más bien para crear una nueva ficción aún más restrictiva, más injusta, dejando de lado la vida de muchas personas, incluso procurando la muerte de muchas otras.

Podemos obviarlo, negarlo, esconder bajo la alfombra a lo real. Discurrir sobre su semblanza, su ficción, su máscara. Abordar lo real como si se tratase de un simple dilema moral que espera nuestro veredicto - bueno o malo - estamos de acuerdo o en desacuerdo con lo que sucede, no hará que deje de existir. Tampoco impedirá que las cosas que perjudican a las personas repercutan e impacten en la sociedad completa.

Los problemas que nos aquejan se escapan de las manos de un sistema de convivencia que es insuficiente y que está determinado por dinámicas externas - ajenas al propio sistema de convivencia – como por ejemplo los fondos buitre. Dejar tiradas a generaciones de jóvenes sin darles espacio para desarrollarse, para vivir, decirles que el problema de la vivienda no tiene solución, pensar incluso que el problema no tiene solución, es como mirar las sombras dentro de la cueva y creer que ese es el mundo. Mientras tanto, tal vez afuera, una manada de mamuts se acerca enfurecida y van a aplastarnos.

Mercedes Moncada, ¿Quién quiere bailar con lo real?, elsaltodiario.com 27/09/2025

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