Si antes trataba de mantenerse la estabilidad laboral, el reconocimiento de los sindicatos, la negociación colectiva y, en fin, el Estado Social, se ha virado “cada vez más radicalmente a una apelación constante al riesgo, la individualización, el cálculo personal, la naturalización de la inseguridad y el darwinismo social disimulado bajo todos los lenguajes tecnológicos, políticos y psicológicos”, escriben los autores. Toda la responsabilidad y decisión se pone en manos del mercado, el trabajador está atomizado, lo colectivo no existe: sálvese quien pueda.
Según se explica, la apelación a la psicología de la creatividad, a los valores de la emocionalidad y al coaching (esa forma de hacernos tragar lo que nos quieran hacer tragar) va en aumento, al tiempo que se desinstitucionalizan las relaciones laborales y se insta a las personas a convertirse en líderes y lograr la felicidad sin freno. Entre mindfulness, design thinkin y pensamiento intuitivo, no existe el conflicto.
“La utopía del último management es más bien una retropía, se ha inventado (o mejor, reinventado) el individualismo carismático y superviviente del pionero”, escriben Alonso y Fernández. Paradójicamente, como se narra en El nuevo espíritu del capitalismo (Akal), de Luc Boltanski y Ève Chiapello, que ha servido de inspiración a los profesores, buena parte del andamiaje conceptual de este nuevo capitalismo viene de la contracultura de los años 60 o del mayo del 68, del que ahora se cumple medio siglo: la creatividad, el individualismo, la imaginación, el rechazo a las estructuras, lo aventurero.
Sergio C. Fanjul, Emprende, sal de la zona de confort: así te come la olla el capitalismo afectivo, el asombrario 06/06/2018
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