La palabra panceta tiene prohibida la entrada en todos los poemas, igual que
la palabra sebo o la expresión lentejas con chorizo. Hay a la entrada de la
poesía, como a la entrada de las discotecas, gorilas tatuados que dicen tú sí,
tú no, gorilas que no conocen el usted, que tampoco dejarían entrar a la palabra
usted en un local de alterne al modo en que en muchos clubes no dejan entrar a
los negros o a los asiáticos o a los de Cabezón de la Sal. Por qué yo no,
pregunta la palabra rechazada. Es sábado noche y a las palabras les gusta
abandonar la frase en la que viven o malviven y echar una canita al aire. Por
qué yo no. Tú no por panceta y tú no por sebo y tú no por gilipollas, responde
el gorila tatuado, como si la palabra gilipollas fuera boba, que viene a ser lo
mismo que pensar que la palabra lista es lista y la palabra baja, baja, y que la
expresión reforma laboral significa reforma laboral en lugar de despojo, robo,
abuso, usurpación, saqueo, latrocinio, atraco, depredación, asalto, violencia.
Violencia, se entiende, laboral y asalto laboral y depredación laboral y atraco
laboral y latrocinio laboral y saqueo laboral y usurpación laboral y abuso
laboral y robo laboral y despojo laboral. Urge introducir en un poema la
expresión reforma laboral, no en un poema lírico, claro, donde para mi gusto
encajarían mejor la panceta y el sebo, tampoco en uno de carácter místico, en el
que no sobrarían sin embargo las lentejas con chorizo, pero sí en una poesía de
denuncia, que es ahora mismo la poesía de las clases amenazadas por los gorilas
gubernamentales que pretenden dictar el significado de las palabras. Un poema
que quede en la memoria del movimiento obrero y de la insumisión ciudadana y de
la lucha sindical, un poema, por Dios, que los retrate y nos retrate para
siempre, por los siglos de los siglos, amén.
Juan José Millás, Amén, El País, 25/05/2012
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