Obvietats i mentides.
El exceso de información nos ha convertido en una sociedad ignorante al modo
en que la abundancia de libertades económicas nos ha hecho esclavos de los
poderes financieros. Ya ven: todo conduce a su contrario. Así, Bankia fue
intervenida porque funcionaba bien y a Rato lo arrojaron por la borda para
premiar una gestión brillante como pocas en el panorama actual. En realidad, no
lo arrojaron por la borda, se fue porque quiso, pero se fue porque quiso al
mismo tiempo que lo arrojaban por la borda. Estas acciones simultáneas y
excluyentes, también muy de la época, ya no nos causan extrañeza. Ni el mismo
Rato sabe, a estas alturas, si se lo quitaron de encima o se marchó de forma
voluntaria. Además le da igual, pues lo importante es que entre lo que pilló
tacita a tacita mientras hundía Bankia y lo que le hemos dado de indemnización
por dejar de hundirla, se va con el riñón forrado. Cabe preguntarse por qué
indemnizamos a quien nos lleva a la ruina en lugar de a sus víctimas. Pues por
la misma lógica que el exceso de información nos ha conducido a la ignorancia y
el de libertades a la esclavitud. Para recuperar la lógica de antaño, y con ella
la libertad y el conocimiento, tendríamos que volver a la sencillez aforística,
que es lo que hizo Botín el otro día al proclamar que el banco malo no es
bueno.
¡Cuánta sabiduría hay en lo obvio! El banco malo no es bueno; el hombre alto
no es bajo; la mujer rubia no es morena; el ascensor estrecho no es ancho; el
caballo no es perro, etc. Comparen ese discurso diáfano con el de Luis de
Guindos acerca del Banco de España: el Banco de España, dijo, es una institución
muy prestigiosa que pronto recuperará su prestigio. ¿Cómo va a recuperar lo que
no ha perdido?
O mentía en la primera parte de la proposición o mentía en la segunda,
aunque, conociéndole, quizá mintiera en las dos.
Juan José Millás, Aforismos, El País, 18/05/2012
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